Joana Sanz está pasando, como ella misma dijo hace unos días en su cuenta de Instagram, por una montaña rusa de emociones. La maniquí se ha ido a acaecer unos días a su tierra, las Islas Canarias, para intentar descansar del foco mediático y encontrar un poco de paz contiguo a su clan y sus seres queridos.
A pesar de que ha obligado tener días buenos y días peores, la tinerfeña no puede desmentir que la situación le está haciendo proceder uno de los peores meses de su vida. El pasado mes de enero falleció su superiora y, tan solo unos días luego, las autoridades detuvieron a su marido, el futbolista Dani Alves por un supuesto delito de alcaldada sexual a una chica en una discoteca.
Tras los rumores de divorcio y la tajante respuesta de Joana tras presentarse a su marido en la prisión: ''No voy a dejarlo solo en el peor momento de su vida'', la mujer del brasileño está intentando acaecer el último tiempo posible en su casa de Barcelona.
Hace unos días, tras la invitado a Alves en la prisión, Joana Sanz se refugió contiguo a una amiga en la haber francesa, círculo escogido para darse un respiro de todos sus problemas en España e intentar retomar sus compromisos profesionales.
Ayer publicó una serie de vídeos a través de historias de Instagram en los que salía desahogándose y explicando que ella utiliza esta red social como vía de escape y como medio de comunicación para conectar con todos sus seguidores.
Esta mañana, la maniquí ha subido otra historia dando las gracias a todas esas personas que a diario le mandan mensajes y deseos positivos, tanto a ella como a las personas de su círculo: ''Gracias por tantos mensajes de apoyo. Os leo y aprecio de corazón tanto cariño recibido'', escribía Sanz.
Problemas en la piel
Esta mañana, tras pagar a sus fans todo el apoyo, Sanz ha querido distinguir un problema de salubridad que está atravesando adecuado al estrés que le está provocando la situación que está viviendo, se le está pelando la cara.
La aposento audiovisual que ha compartido a través de stories tan solo dura unos segundos, tiempo suficiente para que la maniquí comparta unas palabras directas: ''Mirad como tengo la cara, me pasa cuando estoy estresada. ¿A alguno más le pasa?''.
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