'Tiempo de victoria': ¿Merece la pena la serie de los Lakers de HBO Max?

En HBO Max tienen una serie con perfil de envite principal de la plataforma pero que por estos lares no ha calado en exceso, posiblemente por la temática de la historia, de perfil tan estadounidense. Me refiero a Tiempo de triunfo: La dinastía de los Lakers. ¿Merece la pena ponerse al día con esta serie que narra la transformación del equipo de la NBA en un engendro cultural y deportivo?

Comienza con la transacción del equipo de baloncesto por parte del patrón Jerry Buss, un mujeriego millonario que quiere convertir Los Lakers en un referente para el país, que está dispuesto a cambiar lo que se calma de un equipo de baloncesto, y que quiere convertir esta operación en su enviado personal. Entrar en el universo creado por Max Borenstein (Godzilla) y Jim Hecht (Ice Age 2) puede saturar sobre todo por lo que indica la décimo de Adam McKay (No mires en lo alto) como director del episodio piloto y productor ejecutante.

Se rompe la cuarta horma de forma constante, no cesa la presentación de personajes ya sean importantes o anecdóticos y hasta se va cambiando la textura de la imagen en cada secuencia

Se rompe la cuarta horma de forma constante, no cesa la presentación de personajes ya sean importantes o anecdóticos, la cámara alterna primeros planos con metraje de finales de los setenta, y hasta se va cambiando la textura de la imagen en cada secuencia. Es la característica filosofía del "más es más" de McKay con un sentido de la comedia directo, expositivo, redundante y basado en el desfile de caraduras. Los guionistas quieren convertir la obra en un mural deportivo humorístico, ácido y masculino para entender la época más gloriosa del equipo californiano.

En consecuencia, Tiempo de triunfo corre el aventura en todo momento de agotar al espectador con cada minuto de cada episodio. A todas luces es una serie excesiva. Pero el conjunto tiene suficiente soltura para sobreponerse a la mencionada saturación estilística. Este punto lo representa a la perfección el Jerry Buss de John C. Reilly (Chicago): el actor lo interpreta con el carisma humano del caradura irredento que debería caer mal, que podría ser un preceptor de ceremonias desagradable, pero conquista con su honestidad. Él es como el algodón: no engaña y, a fin de cuentas, siquiera tiene malas intenciones.

John C. Reilly transmite humanidad con el caradura de Jerry Buss.

John C. Reilly transmite humanidad con el caradura de Jerry Buss.

HBO Max

La idea que es difícil quitarse de la individuo, sin secuestro, es que Tiempo de triunfo quizá debería acaecer sido un documental. No es una idea falta descabellada si tenemos en cuenta que McKay introduce imágenes de finales de los setenta entre su material rodado, que los personajes contextualizan al espectador y que incluso aparecen carteles que nos indican quién es cada personaje. Los guionistas tienen tanta inclinación de contar un momento esencia a nivel deportivo que se echa en desliz una longevo dramatización de la historia aunque sea una selección muy consciente.

Y es que los personajes y las tramas adolecen de la vistazo tan dispersa de los personajes. En el metraje tenemos la historia clásica de la fortuna aparición de la falta y que se debe acostumbrar a la auge de un día para otro: Magic Johnson (Quincy Isaiah), una zagal promesa, que podría tener problemas para integrarse en el vestuario por el peso de Norm Nixon (DeVaughn Nixon) y Kareem Abdul- Jabbar (Solomon Hughes).

Los personajes y las tramas adolecen de la vistazo tan dispersa de los personajes

Por su parte, Jerry Buss debe enfrentarse a las dinámicas del club, a empresarios rivales y hasta a la mafia de Las Vegas en los primeros episodios mientras se insinúa una trama ascendiente relacionada con los problemas de su superiora, que está interpretada por Sally Field.

Adicionalmente descubrimos que el secreto de Los Lakers podría pender de Jack McKinney (Tracy Letts), un preparador experimentado y falta resultón que solamente necesitaba que un patrón robusto le diera una oportunidad para redefinir el repertorio. Adicionalmente, como su mano derecha, Paul Westhead, está interpretado por un rostro tan conocido como el de Jason Segel (Cómo conocí a vuestra superiora), junto a imaginar que incluso será de animoso importancia.

Adrien Brody como Pat Riley, un personaje que busca su forma de encajar.

Adrien Brody como Pat Riley, un personaje que escudriñamiento su forma de encajar.

Warrick Page/HBO

La presencia de Segel es un punto falta insustancial de la serie: aparecen tantos rostros conocidos que al final uno casi se distrae, esperando el momento en el que se puedan exhibir de verdad. Tenemos a Adrien Brody (El pianista) como un retirado Pat Riley que intenta encontrar su hueco en la industria y que parece una cuchitril sobrante de la historia; está Jason Clarke como Jerry West, un hombre con un cachas vínculo con Los Lakers tanto como componente como preparador, y traumatizado por la derrota; Gaby Hoffmann intenta que el perímetro deportivo pueda ofrecer espectáculo y comodidades más allá de la cancha; y, cada vez que aparecen las mujeres de los implicados, uno cruza los dedos para que Tiempo de triunfo les dé más minutos. Julianne Nicholson (Mare of Easttown), Lola Kirke (Mozart in the jungle) y Gillian Jacobs (Community) merecen mejor suerte que la de muletas dramáticas de personajes con más sustancia.

¿Tiempo de triunfo se beneficiaría de dejar de costado tanta hiperactividad para ver si puede profundizar en las tramas y conflictos de los personajes? Es posible. Se echa de menos que no se apueste de forma más clara en ciertas tramas para organizar el conjunto. Pero esto son deseos, preferencias y suposiciones. La sinceridad es que el resultado resultón y superficial cumple con su propósito: el de crear ese mural empresarial y deportivo para entender una etapa de los Lakers. El espectador ni tiene tiempo de procesar que esto debería ser café para cafeteros.

'Tiempo de triunfo' sí merece la pena aunque se desaprovechen los posibles actorales que tiene en retribución.

O sea, que Tiempo de triunfo sí merece la pena aunque se desaprovechen los posibles actorales que tiene en retribución.

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