La explotación comercial de la ballena garzo (Balaenoptera musculus), animal más gran del planeta, se inició en el Atlántico finalidad uruguayo en la lapso de 1860, concretamente en Noruega.
Durante varias décadas la caza de este cetáceo fue un negocio muy rentable, con la flota ballenera española a la capital, pero el impacto ambiental de esta actividad fue tremendo, dejando las poblaciones en estas áreas atlánticas cercanas a Europa al borde de la cese.
La Oficina de Estadísticas Balleneras solo reflejan 10.747 capturas de ballena garzo en el Atlántico finalidad uruguayo durante 1864–2019, "aunque los números reales probablemente oscilaron entre 15.000 y 20.000 porque en los primeros abriles de explotación se capturaron algunas ballenas azules y no se reportaron oficialmente", según apunta un estudio de expertos de la Universidad de Barcelona cuyos resultados han sido publicados que publica en la revista Scientific Reports (marzo 2022).
La protección oficial de la ballena garzo en aguas del Atlántico finalidad está en vigor desde hace más de cuatro décadas pero, peses a ello, la especie solo se ha recuperado tímidamente y su población flagrante parece aún frágil y, en consecuencia, está catalogada como 'En Peligro', señalan los autores de este estudio Àlex Aguilar y Assumpció Borrell, uno y otro del área de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales, Poder de Biología, Universitat de Barcelona, y del Institut de Recerca de la Biodiversitat (IRBio), Universitat de Barcelona.
La revisión de datos sobre capturas históricas, el estado de las subpoblaciones y sus tendencias son "primordial importancia" para el conocimiento del estado de esta especie, recuerdan los autores del nuevo estudio.
Un negocio rentable y deplorable
"Con un peso equivalente al de 2.000 personas, la ballena garzo es el viejo animal que ha existido nunca. No es de desconcertar que este cetáceo fuera la especie más perseguida por su tamaño corporal y su rendimiento financiero cuando la pesca ballenera moderna arrancó, a mediados del siglo XIX", recuerda la Universidad de Barcelona en una nota de divulgación de los resultados del nuevo estudio.
A principios del siglo XX, las poblaciones de ballena garzo, que ya eran relativamente pequeñas, se desplomaron en la mayoría de las zonas del océano Atlántico finalidad, y la especie fue sustituida por el rorcual como principal objetivo comercial de los barcos balleneros.
El trabajo que ahora se publica recopila la información acondicionado sobre capturas de ballena garzo durante el siglo XX en la franja templada del Atlántico finalidad, una región oceánica en la que las capturas continuaron hasta 1979 a pesar de la protección de la especie, iniciada en 1954.
La ballena garzo es el viejo de los cetáceos -puede salir a pasar los 30 metros y las 190 toneladas- y pertenece al familia de los misticetos, ballenas con barbas. Es una ballena migradora de grandes distancias, se nutre sobre todo de krill y de peces pequeños, y está catalogada -escala global- como especie amenazada en la Registro Roja de la Unión Internacional de Conservación de la Naturaleza (UICN).
El nuevo trabajo analiza la documentación interna de la actividad ballenera (cuadernos de saeta de los buques cazadores, documentación interna de las compañías, etc.) que tuvo área en las aguas templadas del Atlántico finalidad durante el período 1921-1985. Esta información es contrastada con los datos aportados por estudios científicos e informes de inspección de pesca pertenecientes a los abriles 1981-1987.
Las estadísticas oficiales sobre capturas balleneras, hasta ahora las únicas fuentes de información disponibles, "a menudo estaban falseadas y escondían cerca de la fracción de las capturas", explica el catedrático Àlex Aguilar, patrón del Liga de Investigación Consolidado de Grandes Vertebrados Marinos de la UB.
Los datos indican un total de 61 capturas de ballenas azules en 55 abriles (1,12 individuos por año), la fracción de las cuales no fueron declaradas nunca. En concreto, los datos de la lapso de 1950 revelan capturas de algunos rorcuales comunes (Balaenoptera physalus) de grandes dimensiones, «pero no está claro si esto se corresponde con una identificación errónea de la especie o correctamente con errores en las medidas de los especímenes, de forma que no se puede descartar que el número actual de ballenas azules capturadas fuera sutilmente superior al número estimado», apunta la profesora Assumpció Borrell, del Área de Biología Evolutiva, Ecología y Ciencias Ambientales y del IRBio.
Cuando las primeras factorías modernas comenzaron a negociar en la península ibérica, en 1921, la ballena garzo era una especie rara y la explotación se centró en el rorcual global, una ballena más pequeña pero más rebosante. "Eso no evitaba, sin incautación, que cuando los arponeros encontraban alguna ballena garzo asimismo la pescasen. De hecho, la última ballena garzo que se pescó en el mundo fue capturada en 1979 por una empresa española, Industria Ballenera SA, en aguas de Galicia", puntualiza Àlex Aguilar.
La distancia media de las ballenas azules capturadas en aguas peninsulares, la mayoría juveniles, era inferior a la de los ejemplares de latitudes más altas. "Estos datos indicarían una gradación geográfica de la población, con una viejo proporción de ejemplares inmaduros en las aguas templadas y la población adulta desplazada con destino a latitudes más elevadas y aguas más frías", indican los autores.
La población flagrante de ballena garzo en el Atlántico finalidad uruguayo se calcula entre los 4.000 y 5.000 individuos. "El número total de ballenas azules muertas en este océano durante las primeras décadas de explotación estuvo probablemente en el rango de 15.000 a 20.000. Como consecuencia, el tamaño de su población original estaba por encima de ese borde y los niveles actuales de opulencia aún estarían por debajo de un tercio de los números anteriores a la explotación", señalan Àlez Aguilar y Assumpció Borrell.
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