La OMS dice que la política de covid cero china “no es sostenible”

Zarandeo de orejas a la táctica de covid cero defendida por China. Desde Ginebra, el director común de la Estructura Mundial de la Vitalidad (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, señaló ayer martes que la política abanderada por Pekín “no es sostenible” y que deberían modificarla. Una crítica poco habitual de este organismo cerca de un país cuya encargo ha elogiado en numerosas ocasiones durante la pandemia.

A su parecer, la política de tolerancia cero ya no es necesaria poliedro que ahora cuentan con un “buen entendimiento y buenas herramientas” sobre el virus y su comportamiento. “Hemos discutido este asunto con expertos chinos y creemos que este enfoque no es sostenible. Un cambio de táctica sería importante”, señaló el directivo, que visitó el superhombre oriental por última vez en febrero con motivo de las Olimpiadas de invierno.

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La OMS sostiene que un cambio de táctica en China "sería importante"

Por su parte, el director de emergencias de la OMS, Michael Ryan, añadió que siempre han recalcado la importancia de ganar un invariabilidad entre las medidas de prevención y el impacto que tienen en la sociedad y en la capital , poco “que no siempre es una ecuación manejable”.

Sus palabras no sentaron aceptablemente en China, donde su presidente, Xi Jinping, ratificó el pasado viernes su compromiso con este enfoque y exhortó a batallar contra cualquier intento de “distorsionar, cuestionar o retar” esta política.

Por eso, el portavoz de Exteriores chino, Zhao Lijian, calificó hoy de “irresponsables” las declaraciones de la OMS y pidió que se analice de forma “objetiva y racional” una táctica que ha hecho de China “uno de los países que mejor han acabado contener la covid”. Mientras tanto, su censura se aplicaba con esmero en la tarea de eliminar los vídeos con las declaraciones de la OMS que circulaban por redes sociales como Weibo -el Twitter chino- o la aplicación de correo Wechat.

Desde que surgió el coronavirus, numerosos países de la región Indo-Pacífico (Vietnam, Singapur, Australia o Nueva Zelanda, por ejemplo), adoptaron una política de tolerancia cero similar a la china. Aplaudida en la etapa original por exceptuar numerosas vidas y evitar contagios masivos, la aparición de las vacunas y la extensión de la cambio ómicron, menos venenoso pese a su stop nivel de contagio, convencieron a la mayoría de que ya era hora de inaugurar fronteras y convivir con el virus para poder reactivar sus capital.

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Un nuevo estudio señala que si China levanta las medidas de contratiempo, podrían fallecer hasta 1,55 millones de personas

Ese no es el caso de Pekín, que se niega a hacerlo bajo el argumento de proteger a la población viejo -hasta 52 millones de personas mayores de 60 primaveras no habían recibido la pauta completa de la vacuna en marzo- y evitar un posible colapso hospitalario, sobre todo en las zonas rurales peor dotadas.

 Sus medidas cuentan con un gran respaldo social, pero confinamientos estrictos como el de Shanghái, hogar de 26 millones de personas y motor crematístico del país, han provocado una oleada de críticas y quejas inédita hasta la término.

Sin requisa, estudios recientes como el cuidado por la Universidad de Fudan y publicado por la revista científica Nature Medicine respaldan su postura. De acuerdo con el texto, un pronunciamiento imprevisto de las medidas podría provocar un “tsunami” de contagios que dejaría hasta 112 millones de infectados sintomáticos, 1,55 millones de fallecidos y el sistema váter colapsado.

Para que eso no suceda y que la covid-19 se pueda equiparar a una catarro estacional, el referencia sugiere aumentar el nivel de inoculación entre las personas mayores hasta cubrir al 97% y que la parte de los casos sintomáticos sean tratados con terapias antivirales.

Mientras no se den ese tipo de condiciones, nulo hace pensar que las autoridades vayan a modificar sus métodos. Es lo que sucede en la citada Shanghái, donde un descenso prolongado en el número de positivos (unos 1.500 en el zaguero recuento) y la partida de contagios en la parte de sus 16 distritos en los últimos tres días no se ha traducido en una laxitud de las medidas. “Debemos buscar que la situación contemporáneo no es estable y el peligro de un repunte aún persiste”, apuntó Zhao Dandan, subdirector de la comisión de lozanía particular.

De hecho, en numerosos puntos de la ciudad se han endurecido los controles para percibir alimentos que no sean proporcionados por el Gobierno o para aparecer a los servicios de urgencias hospitalarios. Incluso se han intensificado las medidas para cortar posibles contagios, poniendo bajo cuarentena a personas que viven cerca de un positivo aunque ellos no estén infectados o accediendo a su vivienda para desinfectarla a fondo.

Sin ser tan extremas, además siguen vigentes numerosas restricciones en Pekín, donde muchos negocios o centros educativos permanecen cerrados y parte de su población ya trabaja desde casa. La caudal alcahuetería a toda costa de evitar un sellado como el de Shanghái, y desde que aparecieron los primeros casos cerca de el 20 de abril no han dejado de testear a la población (37 infecciones en el zaguero recuento) y realizar rápidamente para cortar cualquier posible cautiverio de transmisión particular.

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