Las empresas de ciberseguridad buscan profesionales en Barcelona

No son solo adolescentes con la capucha de la sudadera puesta y pocas ganas de relacionarse con el resto. Incluso hay padres de comunidad encorbatados deseosos de salir de la sala de conferencias para tomarse una cerveza al sol con un añejo amigo entre los pabellones del circuito Gran Via de Fira de Barcelona. Expertos en ciberseguridad y hackers a los que les añaden el patronímico “éticos” (para dejar claro que no son de los malos) se reúnen esta semana en el Barcelona Cibersecurity Congress.

El discusión, en el que reina la discreción, es la matrioska del gran salón audiovisual Integrated Systems Europe (ISE), que en su estreno en la haber catalana ha apostado por celebrarse pegado al IoT Solutions World Congress, un congreso centrado en la transformación industrial mediante las tecnologías más punteras. En un rincón sin grandes lujos interiormente de ese pabellón al que se accede desde el gran evento internacional se dan cita auténticos tótems del sector de la ciberseguridad.

La discreción y el anonimato se imponen entre los participantes en actividades donde comparten estrategias

Ahora que el caso Pegasus está en boca de todos los políticos y los ataques informáticos a administraciones y grandes empresas son una constante, todos los expertos enfatizan la importancia de incrementar los presupuestos destinados a seguridad, tanto en el sector notorio como en el privado, para evitar o minimizar los posesiones de la bono de ciberdelincuentes. En sus corrillos lamentan la desliz de prevención. “Muchas veces cuando nos contratan ya es demasiado tarde, el daño está hecho; lo más importante, como en tantas otras cosas en la vida, es preparar”, comenta un curtido que palabra bajo condición de anonimato, como la mayoría, para no perjudicar a sus clientes corporativos ni desvelar sus tropelías cometidas cuando trabajaba en el otro costado.

El número de personas que se dedican a este sector crece año tras año desde hace una lapso. Según un documentación presentado ayer en el congreso, hay 8.188 personas trabajando en ciberseguridad en Catalunya, con 432 empresas que suman una facturación anual de más de 900 millones de euros. La mayoría se dedican a la protección, identificación y detección de ataques cibernéticos.

La protección contra los ataques se traslada a otros sectores como la industria o el transporte autónomo

Las posibilidades de crecimiento son muchas. “Es cada vez más un sector transversal, que requiere a expertos en informática pero igualmente a personas del ámbito crematístico, social...”, destaca Oriol Torruella, director de la Agència de Ciberseguretat de Catalunya, el organismo notorio dependiente de la Generalitat que organiza el certamen pegado a Fira de Barcelona. Torruella sigla en hasta 5.000 profesionales más los que son necesarios para cubrir la ingreso demanda existente en Barcelona. Algunos de esos potenciales trabajadores participaron ayer en una curiosa actividad consistente que reunió a diversos equipos de hackers “éticos” para competir en la neutralización de un virus troyano en menos de dos horas.

La demostración de la importancia de este sector se evidencia en que su función se ve más allá del espacio del Barcelona Cibersecurity Congress propiamente dicho. En el salón que lo acoge exhiben sus soluciones diversas empresas centradas en la seguridad de ámbitos específicos como la industria o la movilidad. Uno de los proyectos más celebrados en el salón precisamente es el denominado Caramel, en el que participan empresas del sector automovilístico y centros de investigación de media Europa (entre los cuales se encuentra la fundación i2Cat) para evitar que los sistemas informáticos de los vehículos sean hackeados y sean controlados externamente, una cuestión que puede costarle la vida a los ocupantes del futuro transporte autónomo.

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