Una música onírica, entre la dulzura y la disrupción. “Damunt de tu totes les flors”, canta Escuadra Herlop con las Tarta Relena como coristas, con un impactante vestuario de Rosa Tharrats. Empieza el XXXVII Festival Internacional de Poesia de Barcelona, en el Palau de la Música, punto y final de la semana más poética de la ciudad. Siete poetas de edades, lenguas y estéticas distintas.
Entra en el tablas un poeta histórico como Jordi Pàmias (Guissona, 1938) y apela al “home escindit entre un futur d’avenços tecnològics / i la quieta màgia d’un record”, hasta que a Minotauro “tornà, a la fi del segle, la roja nit del monstre”, en forma de pelea implícita.
Entre poema y poema, la música de piano. Luego, entre poeta y poeta, con sintetizadores y voces, en jerigonza inventada.
Es el turno de Hirondina Joshua (Maputo, Mozambique, 1987), considerada una promesa poética en jerigonza portuguesa. Dibuja con palabras una casa metafísica, con paredes y muebles donde hay una persona que palabra, y “su soledad pone en argumento el mundo”.
Golan Haji ( Amuda, Siria, 1977), poeta siriokurdo instalado en París, recita en árabe entre la resonancia de la pelea y la esperanza, y, vestido de verde, cita a Yeats diciendo que es el color de las hadas.
La poeta rumana Marta Petreu ( Jucu, Rumanía, 1955), flamante ganadora del prestigioso premio Eminescu, recuerda Hace mucho. Cuando había sentimientos, “sumergidos en cada célula internamente de un pliego del código hereditario”.
Ángelo Néstore (Lecce, Italia, 1986), poeta no binaria de expresión queer, de origen malaguenyoitaliano, cuestiona en castellano las identidades a partir del porno mainstream, de las preguntas sobre Todopoderoso o su abandono y la diferencia social.
Luego, Andríi Antonovskyi, intérprete y poeta ucranianocatalán, de mensaje irónico y antibélico, con una dicción potente que dispara una “desabrimiento negra” que se deshace en dirección a la “ bls ngr”, la poesía sonora, o en otro poema “en dirección a el vientre mágico desbaratado”, hasta lo “desconocido / Desconocido”.
Y aprovechó asimismo para memorar, en medio de una pelea como la de Ucrania, que un 18 mayo, en 1944, el régimen estalinista deportó a los tártaros de Crimea.
Alice Oswald ( Reading, Gran Bretaña, 1966), uno de los clásicos vivientes de la poesía inglesa, empezó rememorando la crimen de Héctor, el héroe de Troya, para advenir a las grandes preguntas de la naturaleza que se deshoja, de las hojas que son almas, que somos todos y no, que entre paréntesis adelgazan los versos, hasta el final. La crimen flota por doquier, en una pelea distante, que a la vez está y no, y las palabras la dicen sin que salga. Disparan como sin bala.
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