El ciclo hidrológico o ciclo del agua (evaporación, condensación, precipitación y casa recoleta) se está acelerando correcto al cambio climático (en singular, por el aumento de la temperatura del agua).
Las consecuencias de esta nerviosismo del proceso, por el que se incrementa la evaporación del agua del mar, pueden ser muy diversas, desde el incremento de las precipitaciones torrenciales (lluvias repentinas, intensas o violenta) hasta la intensificación de las sequías.
Nuevos datos de los satélites
Un equipo estudiado del Institut de Ciències del Mar (ICM-CSIC) de Barcelona ha liderado un estudio basado en mediciones de salinidad de la superficie del mar obtenidas por comparsa en las que se confirma este proceso de intensificación del ciclo del agua. La observación por comparsa de este tipo de datos alivio los resultados globales del engendro respecto a las mediciones tomadas a partir de muestras de agua del mar. Los resultados de esta investigación han sido publicados (15 de abril) en la revista Scientific Reports.
"La apresuramiento del ciclo del agua se debe a un aumento de la evaporación del agua de los mares y océanos a consecuencia del aumento de la temperatura", detalla el ICM-CSIC en una nota divulgativa de los resultados del estudio. Como resultado, hay viejo cantidad de agua circulando en la ámbito en forma de vapor, el 90% de la cual acabará precipitando de nuevo en el mar, mientras que el 10% restante lo hará sobre en superficie terreno.
“La apresuramiento del ciclo del agua tiene implicaciones tanto en el mar como en el continente, donde las tormentas podrían ser cada vez más intensas. Asimismo, este incremento del agua en circulación por la ámbito podría explicar el aumento de lluvias que se está detectando en algunas zonas polares, donde el hecho de que llueva en vez de que cocaína estaría acelerando aún más el deshielo”, explica Destino Olmedo, la autora principal del estudio.
El nuevo estudio estudiado, por otro costado, pone de manifiesto que la disminución del derrota en algunas zonas del océano, que favorece la gradación de la columna del agua, es afirmar, que el agua no se mezcle en la dirección erguido, igualmente podría estar contribuyendo a la apresuramiento del ciclo del agua.
“Donde el derrota ya no es tan cachas, el agua superficial se calienta, pero no intercambia calor con las aguas de debajo, permitiendo así que la superficie se vuelva más salina que las capas inferiores y que el finalidad de la evaporación pueda observarse con medidas satelitales”, detalla en este sentido Antonio Turiel, otro de los autores del estudio, que añade que “esto nos indica que la ámbito y el océano interactúan de una forma más cachas de lo que imaginábamos, con consecuencias importantes sobre los continentes y los polos”.
Datos más fiables
Para la elaboración del estudio, el equipo estudiado analizó datos de salinidad superficial -la que miden los satélites- de diferentes zonas del océano. A diferencia de los datos de salinidad subsuperficial -obtenidos con instrumentos in situ-, los datos satelitales les permitieron detectar esta apresuramiento del ciclo del agua y, por primera vez, el finalidad de la gradación en regiones muy extensas del océano. A su madurez, esto se debe a la capacidad que tienen los satélites de valorar datos continuamente, independientemente de las condiciones ambientales y la accesibilidad de las distintas zonas del océano.
“Hemos podido ver que la salinidad superficial está mostrando una intensificación del ciclo del agua que la salinidad subsuperficial no muestra. En concreto, en el Pacífico hemos trillado que la salinidad superficial decrece de forma más débil que la subsuperficial y, en esta misma región, se observa un incremento de la temperatura superficial del mar y un decrecimiento de la intensidad de los vientos y de la profundidad de la capa de mezcla”, apunta Olmedo.
Los hallazgos han sido posible gracias al uso de algoritmos y otros productos de prospección de datos que el Barcelona Expert Center (BEC), adherido al ICM-CSIC, ha ido generando estos últimos primaveras para la labor espacial SMOS de la Agencia Espacial Europea (ESA), diseñada para mejorar las observaciones de salinidad de los océanos, esenciales para la comprensión de la circulación oceánica, uno de los factores secreto para entender el clima general.
Pequeños cambios, grandes existencias
La circulación oceánica depende, básicamente, de la densidad del agua, que viene determinada por su temperatura y salinidad. Por eso, los cambios en estos dos parámetros, por pequeños que sean, pueden matar teniendo consecuencias importantes sobre el clima general, lo que hace imprescindible monitorizarlos de cerca.
En este sentido, Turiel concluye que “los modelos oceánicos deben regularizar la aprovechamiento de datos satelitales de salinidad, ya que la información que proporcionan complementa los datos in situ, y esto es crucial, especialmente, en el contemporáneo momento de crisis climática, puesto que los cambios se están produciendo mucho más rápidamente que antaño”.
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