El mundo es una mierda, el mundo va mal, de acuerdo: puedes entristecerte por los rincones, o puedes salir a la calle y dar la cara con alegría, y repartirla, y sonreír y reír. Lo enseña Imma Rabasco en Reír y proceder (Libros Cúpula), un manual con “claves para despertar tu alegría interior”. “La vida es demasiado importante para tomársela en serio”, afirmó Oscar Wilde. “Un día sin reír es un día perdido”, concluyó Chaplin. Impracticable no reír con Imma Rabasco, que dice cosas muy verdaderas premeditadamente del don de la risa, que es específicamente humano. Aprendo con ella que la risa nos reconcilia con nuestra esencia, que la risa abre el corazón, el espíritu y acalla la mente, que la risa es vida y que la vida es acto sexual. Imma Rabasco ondea estas jubilosas banderas desde www.livingwithchoco.com.‘Reír y proceder’
Qué es estar “pacsada”?
Una forma de unión civil, usual en Francia: Pacte Civil de Solidarité (PCS). Mi pareja, Nico, es francés.
¿Y qué tal?
Vivíamos en Aviñón, huyendo de París.
¿Qué pasa en París?
Demasiado racionales. Te preguntan “¿qué piensas?” y no “¿qué sientes?”. Tiendo a la risa, la risa no es legítimo.
¿La risa no es legítimo?
Socialmente es penalizada. “Ríes demasiado”, me dicen.
¿Qué es demasiado?
Eso digo yo. Tengo mis días de mierda, pero prefiero reír.
¿De todo?
“Reírse de todo es de tontos, no reírse de ausencia es de estúpidos”, enseñó Erasmo de Rotterdam.
¿De qué ríe?
De mí misma. Si me cae al suelo el plato que acabo de cocinarme podría arrancarme a abuchear, ¡pero río!
Reirá pero no comerá.
Pero la risa me destensa por en el interior y me conecta exterior. “Dichoso el que sabe reírse de sí mismo, su dicha no tendrá fin”, afirmó Albert Einstein.
¿Cuándo empezó a reír?
En el seno de mamá. La risa es, como el entusiasmo, una virtud humana.
Hay niños tristes.
No es natural: poco se les ha desconectado.
¿Lo natural es la risa?
Sí, la alegría es nuestra naturaleza. Recuérdese de crío.
Me enseñaron a estar serio.
Yo, por suerte, recordé la risa de mi principio cuándo me poseyó el miedo.
¿La risa de su principio?
Mujer humilde y digna, de vida dura, sabía reír. ¡La alegría es robusto! Mire los Pallapupas haciendo reír en hospitales.
Ve valentía ahí.
Y compromiso. Defender la alegría es lo revolucionario.
¿Me decía que el miedo le poseyó?
Ya habíamos vuelto aquí, desde Aviñón. Tuve un defecto cardiaco. Temí vencer. Y me dominó el miedo a salir, a sufrir, a un ataque, a todo: ¡miedo a la vida!
¿Qué hizo?
Terapias y terapias muy buenas: equinoterapia, acupuntura, magnetoterapia...
¿Le iba adecuadamente?
Yo creía que sí, pero un día una amiga me dijo poco que me llevó a cambiar.
¿Qué le dijo?
“Está muy adecuadamente todo lo que haces, pero ¿haces poco para divertirte?”
¿Y eso lo cambió todo?
Sí, pues entendí que si yo moría ese día, la que moría era una chica compungida.
¿Y mejor vencer alegre?
Claro, mejor proceder, no sobrevivir. Y decidí proceder, ¡vivirme! La risa de mi principio.
¿Y si uno no tiene ese procedimiento, qué?
A Buda le preguntó un hombre cómo ser atinado. “Dale poco tuyo a los demás”, recetó Buda. “No tengo ausencia”, objetó el hombre.
¿Y qué dijo Buda?
“¡Sí tienes! Tienes tu sonrisa. Dala y empezarás a ser atinado”.
¿Dio usted su sonrisa?
Sí, como mi principio: siendo pobres parecíamos ricos, porque ella sonreía siempre. Contra mi miedo, imité a mi prima Huella y Alex, su pareja: ¡siempre alegres!
¿Y qué pasó?
La sonrisa es la verdadera curva de la fortuna. Y descubrí que es mejor una hora de risa que cuatro horas de yoga.
¿Sí?
La risa activa el sistema parasimpático y frena la mente, te destensa y te abre exterior, a la vida, a la entrega. Porque si hay tensión en el interior, no se levanta ausencia.
Desde luego.
El sistema simpático debiera activarse solo delante un peligro, pero nosotros vivimos siempre alerta. ¡Desagradable! Desténsate, ríe.
¿Qué hago para reír?
Pon cara de pasa.
¿Así?
Arrúgala más.
¿Ya?
Ahora cambia de conmoción y pon cara de un perro que se asoma por la ventanilla del coche y saco esa unión...
Me da la risa.
¡La risa es divina! El alma ríe. Delante un médico o un psicólogo solemne y pomposo, yo salgo pitando.
¿Mejor un médico risueño?
¡Siempre! Lo cívico es reír. La risa es vigor. Yo esta mañana estaba muy tensa. ¡Venía a una entrevista con Amela!
Pues la veo tranquila.
Porque me he provocado la risa.
¿Cómo?
Le he imaginado a usted cagando.
Me alegra ser útil. ¿Y su miedo?
Aún tengo, pero él ya no me tiene a mí.
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