Vallvidrera festejaba así en 1907 la Festa Major

La Festa Major era en Vallvidrera una celebración que permitía romper una monotonía acentuada. Igualmente permitía destacar en tales días el fortalecimiento de unos signos de identidad que merecían ser preservados. El hecho de recaer en pleno agosto facilitaba la billete, sobre todo al música atrevido.

En 1907 el primer acto fue de signo religioso, como era de esperar. En la antigua parroquia se ofreció una ceremonia más solemne de lo habitual, con la presencia de las autoridades locales, presididas por el corregidor Carles Xiró.

El concierto del Orfeó Català al música atrevido preludió el futuro Teatre de la Naturaleza

El párroco no pronunció su homilía, que fue encargada al propagador Marc Sanfeliu, cuya oratoria vibratorio era muy celebrada por la feligresía. Una vez terminada su intervención, la capilla de Santa Madrona, bajo la dirección del perito Ballester, interpretó la Missa Prima Pontificalis, del clérigo y destacado compositor de música sacra Lorenzo Perosi.

El hecho de revestir esta función religiosa una originalidad distinta a la habitual congregó tal cantidad de fieles que el capacidad se vio desbordado y no tuvieron más remedio que establecerse una porción del cementerio que le daba frente.

Se prefirió que el concierto del Orfeó Català estuviera ambientado en plena naturaleza

A. MERLETTI / IMAGEN CEDIDA POR EL ARXIU FOTOGRÀFIC DE BARCELONA

A las cuatro de la tarde tuvo circunstancia en la plaza Mossèn Cinto un concierto a cargo de la comparsa dirigida por el perito Sureda, que cosechó un éxito palpable.

En el cobertizo que con tanta presteza y precisión había sido montado junto a la temporada del funicular, dio principio a las cinco de la tarde el esperado ball de rams, en el que las parejas, llevando ellas un pericón y ellos un manojo de flores, crearon un animación muy celebrado.

En cuanto se impuso la anochecida, estalló de pronto en la oscuridad la belleza de los fuegos artificiales, luminosos, sonoros y multicolores. Al término, el cobertizo se volvió a satisfacer para celebrar la esperada ballada de sardanes.

Otro acto relevante era el concierto del Orfeó Català. Fue acertado que, en vez de un tópico cerrado ni que tuviera buena acústica, se prefiriera escenificarlo al pie de una arboleda, aunque el conocido permaneciera de pie. Encajaba con la nuevo tendencia del Teatre de la Naturaleza, de influencia francesa ensayada en Béziers y que Adrià Gual intentaría promocionar en Catalunya con fortuna desigual; en Vallvidrera encontraría buena acogida unos abriles luego.

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