Conducir con los cinco sentidos correctamente despiertos es poco que debemos hacer sin excepción cuando nos ponemos al volante. Aunque el sentido de la instinto es el más importante de todos -el 90% de la información que necesitamos para conducir nos llega a través de los ojos- no hay que olvidar que al menos otros tres sentidos -oído, tacto y olfato- pueden demorar a tener una incidencia destacada durante la conducción por extraño que nos parezca.
En este caso vamos a referirnos al sentido del olfacción. Tener buena capacidad olfativa puede resultar ser de gran utilidad para detectar posibles problemas relacionados con la mecánica del coche. De la misma forma que sabemos que poco no va correctamente cuando percibimos un ruido extraño procedente del motor, igualmente deberíamos ser precavidos cuando notamos en el habitáculo del coche un olor fuera de lo corriente. Podría tratarse del indicio de una avería que, como es preceptivo, conviene reparar cuanto antaño para evitar males mayores.
El deducido refrigerante contiene etilenglicol, una sustancia de sabor sulce 
En común, la mayoría de olores que nos anuncian la existencia de una anomalía mecánica son desagradables: huevo podrido, resina quemada, moho, gasolina… Pero igualmente hay una fragancia de olor dulce, el etilenglicol, que podría llevarnos a confusión por lo correctamente que huele. Sin requisa, es un componente que contiene el deducido refrigerante y si notamos sus efluvios no es buena señal.
Lo asegura Luis Miguel Pastor, responsable del servicio técnico de la red de talleres Feu Vert en Catalunya, que hace un repaso para este Canal de las averías más comunes que se esconden detrás de los olores que podemos percibir interiormente del coche.
El hedor más desagradable procede del catalizador; cuando no consigue enfadar las sustancias nocivas transmite un olor parecido al de huevo podrido
Olor a moho
El olor a humedad y moho nos indica que hay una avería en el sistema del ventarrón acondicionado o del climatizador. Procede del evaporador y está causado por la obstrucción del sistema de desagüe. Los restos de hojas, ramas y micoorganismos obturan el evaporador, con lo que el agua no consigue ser expulsada y provoca la aparición de bacterias y hongos que son el origen de ese mal olor. Este problema igualmente puede sobrevenir cuando el evaporador pierde la capa de recubrimiento hidrófilo, que es el pájaro que evita que se formen bacterias en el interior de la cuchitril.
Olor a huevo podrido
El desagradable olor a huevo podrido nos lleva hasta el catalizador. Esta cuchitril, que contiene metales preciosos en su interior y se ha convertido en un secundario muy codiciado por los ladrones, sufre un proceso de envejecimiento con el paso de los abriles. Cuando esto ocurre ya no es capaz de alcanzar una temperatura de 600 grados, que es la que necesita para oxidar y someter los gases de escape. Al no hacerlo, se produce una reacción química en su interior que se manifiesta con ese hedor tan pestilente.
El catalizador es un dispositivo metálico que forma parte del sistema de escape del transporte 
Olor a felpudo quemada
Lo más habitual es que se trate de una avería del embrague y que esté provocada por el desgaste del fondo de la cuchitril. El olor sobreviene cuando el ferodo, que es el material que engancha el embrague con el volante motor, patina a gran velocidad y hace aumentar la temperatura, desprendiendo un olor parecido al de la resina quemada. Incluso notaremos esa misma esencia cuando la anomalía procede de los frenos. Al sobrecalentarse por un uso inadecuado o por un problema de agarrotamiento de las pinzas el ferodo con el que están fabricados dejará en el habitáculo un olor parecido al de la resina quemada.
Si notamos un olor a caramelo significa que hay una fuga del deducido refrigerante
Olor a gasolina
Aunque tenemos la idea preconcebida de que el olor a gasolina en el habitáculo está provocado por una fuga de carburante lo más posible es que se trate de una simple filtración del vapor que emana el combustible. Es muy probable que la tapa que da paso al aforador, el indicador del nivel de combustible, que suele estar colocada debajo de los asientos traseros o del maletero, se haya deteriorado con el paso de los abriles y que no ajuste correctamente. Al no estar correctamente sellada la trampilla es lo que hace que el olor de gasolina penetre en el interior del coche.
El depósito del coche igualmente tiene una trampilla interior bajo los asientos posteriores o el maletero 
Olor a óleo
Se alcahuetería de un olor difícil de percibir. Si notamos su esencia, lo más probable es que se trate de un problema en la caja de cambios. Es ahí donde se utiliza un tipo de óleo con veterano cargo de viscosidad que el del motor y tiene un olor mucho más intenso. Los aceites de motor no desprenden casi nada olor. Ahora correctamente, si interiormente del habitáculo percibimos un olor a óleo hasta las narices esto querrá asegurar que hay un problema en los segmentos o en la conductor de válvulas y que se esté quemando óleo en la cámara de combustión.
Olor a caramelo
Ese agradable olor parecido igualmente al olor de miel quemada es un indicativo de que hay una fuga del deducido refrigerante. La almohadilla con la que se fabrica este producto es el etilenglicol, un aditivo que se añade a los refrigerantes. Este aditivo tiene un finura dulce. Así que cuando se produce una fuga que entra en el radiador de la calefacción notaremos un olor dulce en el habitáculo.
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