El parque natural de Collserola tiene 199 masías catalogadas

El Àrea Metropolitana de Barcelona (AMB) y el consorcio del parque natural de Collserolas han identificado un total de 199 construcciones y hasta 450 medios construidos, como fuentes o barracas de piedra sequía, en el ámbito de este pulmón verde de Barcelona y los municipios del entorno de la hacienda catalana.

Para preservar este patrimonio, el Plan Exclusivo de Protección de Collserola (PEPNat), redactado y tramitado por el AMB, ha minucioso dos instrumentos básicos. Por un banda, el catálogo de masías. El plan reconoce un total de 199 construcciones que se corresponden con una colonización correcta del condado y que aportan calidad en el medio natural, agrícola y paisajístico. El catálogo de masías incluye masías, casas rurales y otras construcciones en suelo no urba­nizable.

El segundo pájaro es el inventario del patrimonio cultural, una letanía que recoge los medios de interés tradici­onal, ambientales o paisajísticos. En total hay unos 450 medios (fuentes, barracas de piedra sequía, hitos paisajísticos, pequeñas construcciones, restos arqueológicos...).

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La masia de Can Valldaura, una de las construcciones de Collserola 

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El nuevo Plan Exclusivo establece dos nuevas propuestas principales en relación con el patrimonio construido. La primera se comercio de la ampliación de los usos de estas masías y casas rurales con una doble logística: sostener la buena conservación de este patrimonio e impulsar la dinamización socioeconómica del parque.

La segunda propuesta señala que que, en determinados usos, como la restauración, es de obligado cumplimiento la elaboración de un plan de trámite de la finca. De esta modo, se vincula el mejora de determinados usos con la trámite de las fincas y sus construcciones, con el objetivo de aumentar la superficie gestionada del parque en un entorno de corresponsabilidad y cogestión.

El Consorcio del Parque de Collserola tiene el encargo de preservar el patrimonio construido, especialmente las masías. Desde el Consorcio se trabaja con los ayuntamientos y los propietarios de estas edificaciones para impulsar el mantenimiento y la consolidación. Al mismo tiempo, se impulsan concesiones con el fin de recuperar y perdurar las edificaciones y la actividad agropecuaria vinculada.

Una sierra con historia

De las explotaciones agrícolas al incremento de las construcciones residenciales

Hace mucho tiempo que la sierra está habitada. Si tenemos en cuenta la relación entre la colonización del condado y la preservación y mejoría de los títulos del parque, en una acercamiento muy simplificada de la evo­lución histórica de los usos de la sierra, es posible distinguir cuatro etapas básicas.

Antiguamente del siglo XIX los usos de Collserola eran eminentemente agrícolas. De este período se han conservado sobre todo res­tos de poblados, diferentes tipos de infra­estructurea y un conjunto de ermitas y masías. Hay que subrayar especialmente la estrecha relación entre la red hídrica y las fincas agrarias, y la distribución de las masías en el interior del parque.

A finales del siglo XIX y principios del XX, a los usos anteriores se suma el veraneo asociado a las primeras infraestructuras modernas para la movilidad.

La tercera período es la de la extensión urbana. A partir de mediados de los primaveras cincuenta y hasta los ochenta del siglo pasado, se observa un incremento de las construcciones residenciales destinadas a satisfacer la demanda de vivienda. Muchas de estas construcciones conforman asentamientos y edificaciones aisladas en situación de fuera de orden.

Finalmente, con la aprobación del Plan Normal Metropolitano en 1976 y del Plan Exclusivo de Orden y Protección del Medio Natural del Parque de Collserola (PEPCo), en 1987, se abre una nueva etapa caracterizada por un descenso significativo del número de nuevas construcciones. Estas, en gran medida, ya no se corresponden con viviendas sino con nuevos equipamientos, edificaciones que tradicionalmente se habían emplazado fuera de la ciudad y que ahora están internamente del Parque.

El antiguo plan, el PEPCo, reconocía la existencia de medios construidos no catalogados, con un estado precario, y que requerían preservación y rehabilitación. Admitía que la protección de los medios históricos más valiosos era difícil y apostaba por una política comun de administraciones e instituciones privadas que promoviera la restauración y la divulgación cultural.

El plan de 1987 identificaba un patrimonio construido de más de 200 medios, entre red viaria, edifi­cación agrícola y medios de interés histórico. No obstante, de los cinco objetivos primordiales que es­tablia el PEPCo, el de la preservación del patrimonio cultural y paisajístico era de menos relevancia.

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