El Sónar regresa con 122.000 espectadores

El Sónar 2022 cierra esta tinieblas su 29 impresión con la segunda mejor subsidio de conocido de su historia, 122.000 personas. De esta guarismo, presentado ayer por la estructura en su recuento del fes­tival, lo más destacable es que el 70 por ciento de los asistentes son locales y nacionales, y el 30 por ciento del resto del mundo. El récord lo tiene la impresión de 2018, con 126.000 asistentes.

Según Ricard Robles, uno de los codirectores del festival de música, creatividad y tecnología, la guarismo de 122.000 se divide en 43.000 que asistieron al deno­minado Sónar de Día (que se ce­lebra en la Fira de Montjuïc al banda de la plaza Espanya) y los 79.000 restantes en el De Tenebrosidad (en el circuito ferial Gran Via II de l’Hospitalet).

Abundando en esta subsidio, ésta se desglosa a su vez de esta forma: jueves de día, 13.000; jueves de tinieblas (solo el concierto de Nathy Peluso), 12.000; viernes de día, 14.000; viernes de tinieblas, 34.000; sábado de día, 16.000, y sábado de tinieblas 33.000.

Robles además quiso resaltar ese estupendo tanto por ciento de la procedencia circunscrito y franquista del conocido de este año, que bate el inmovilidad que en este aspecto caracterizaba al Sónar desde sus inicios. La última impresión corriente de 2019, por ejemplo, tuvo un 55% de conocido franquista y un 45% extranjero. En su opinión, este dígito del 70 por ciento refleja “el compromiso efectivo que tiene el festival con el región y la ciudad”.

Adicionalmente de C. Tangana hubo otro habitante de cartel en el marco prin­cipal en la primera viaje nocturna. Se trató del montón germano Moderat, un trío que es una especie de supergrupo de la música electrónica y que llegó al festival desde Berlín en la que es paseo de presentación de su cuarto disco, MORE D4TA.Su sonido sintético alterna momentos atmosféricos con grooves más tecno, energéticos y oscuros.
Otro signo distintivo es la voz de Sascha Ring, muy influenciada, tal como reconoce, por Thom Yorke de Radiohead. Un show, en definitiva, muy vistoso y entrete­nidal. El rapero inglés Headie One fue una de las atracciones en el es­cenario SonarLab. Acompañado por otro rimador y un dj, noquearon con su flow monolí­tico que aúna espíritu callejero e imaginativos fraseos a doble voz o en secreto indicación y respuesta. En el SonarPub, en el que repitió recital Nathy Peluso, hubo la presencia destacada de Simon Green, mote Bo­nobo. Rodeado por una competente cuadrilla, sigue expandiendo la buena nueva del downtempo, unos beats relajados en los que caben derivaciones alrededor de los terrenos del nu jazz y la música étnica.Para rematar la velada estaba prevista una buena dosis de french touch con las actuaciones de Agoria –icono de la mú­sica electrónica francesa más ecléctica– y del dúo The Blaze, y en la pista principal no faltó un fijo del Sónar, el fabuloso Richie Hawtin, adalid de la música techno y el mejor publicidad para reinstaurar la nueva normalidad.Ramon Súrio

Enric Palau, además codirector del ciclo, destacó el “protagonismo inmutable del talento circunscrito”, resaltando nombres como el de Rojuu, las Tarta Relena o el dúo de Maria Arnal y Marcel Bagés. Y además hizo una valoración sobre lo que el equipo directivo piensa sobre esta impresión a punto de finalizar: “La sensación que tenemos es que ha sido un evento recargado y renovado” tanto en formatos como incluso en pú­blicos. En este postrero aspecto, Sergio Abnegado, el tercer codirector del festival, quiso ejemplarizarlo precisamente con el concierto del rapero barcelonés Rojuu, en donde “el conocido era muy muy inexperto”, poco que avala a una tendencia que se ha podido comprobar en otros conciertos del festival recién finalizado.

En cuanto al Sónar +D, todos los responsables mostraron su satisfacción, y Ricard Robles lo resumió la frase de que “el discurso y el relato del Sónar +D se ha integrado muy acertadamente en el Sónar de Día, con propuestas más reducidas y que han puesto en valencia el intercambio de conocimiento”.

Las fechas para la impresión del año que viene además se han anunciado, y serán los días 15, 16 y 17 de junio. Este miércoles a las 12 del mediodía se habilitará una preventa de abonos y acredi­taciones con un precio exclusivo
a partir de 115 € y 150 €, respec­tivamente. El conocido podrá pre-registrarse para obtener a esta preventa desde hoy domingo.

Deslumbrante vallado con los Chemical Brothers

Como suele ser tradición, la tinieblas del sábado-madrugada del domingo es prota­gonista de intensidad hedonística de lo que es la descenso del telón del Sónar. Para tales menesteres, el Sónar de Tenebrosidad tenía desplegada artillería pesada para que este regreso a la normalidad sonarística fuese plena. En este sentido, algunos de los dj’s más en la cresta de la ola tenían sesiones programadas como Charlotte de Witte, The Blessed Madonna, Eric Prydz o Helena Hauff.

Pero en términos musicales del directo la atención del Sónar de Tenebrosidad estaba centrada en la ar­tista y música Arca, una creadora habitual en el festival y que en esta ocasión se estrenaba en esta franja horaria, y por otra parte con material musical nuevo y show de estreno.

Con todo, eran sin duda los británicos Chemical Brothers los principales cabezas de cartel. Hacía ya más de un quinquenio de su úl­tima presencia en el Sónar y anoche lo hicieron a lo magnate, y nunca mejor dicho, ya que el show-espectáculo que ofrecieron a partir de las diez y media de la tinieblas fue mayestático en variados sentidos. En esta ocasión más que nunca, la música generada, ma­nipulada e interpretada por Tom Rowlands y Ed Simons estaba íntimamente ligada con el grande montaje en vivo producido por los artistas visuales Adam Smith y Marcus Lyall. La materia prima que ofrecieron comenzó con Block rocking beats y se prolongó durante una hora y media recorriendo su amplio repertorio, con solo un par de paradas en su postrero libro No geography. Una sesión de las que se quedan en memoria y retina.

Morad

Morad y su proclama: "Fuck Mossos d’Esquadra" 

Àlex Garcia

Pero ayer de entrar al espacio de la Fira Gran Via II, el homó­logo de Montjuïc había albergado en horarios más soleados un par de tentaciones. Por una parte, la posibilidad de oír, ver y comprobar in situ el por qué del eco que rodea a Morad, inexperto rapero y creador de L’Hospitalet de Llobregat que a través del rap y el drill ha devenido narración para jóvenes de la calle –arrancó con un vídeo de sus desencuentros con la policía– con piezas que fueron aclamadas como Chandal, No y no o Pelele, su maduro hit con el que cerró sesión. Ayer de desasistir el marco lo dejó claro: “Fuck Mossos d’Esquadra”.

Y, tres cuartos de hora más tarde, uno de los conciertos indis­cutibles del Sónar, y que fue el estreno de la nueva producción de Maria Arnal y Arnal Bagés, una pareja artística como pocas por estas latitudes locales y nacionales. A partir del libro Clamor del pasado año, Arnal y Bagés han creado Hiperutopia, que lo definen como una delirio cósmico por el universo creado en dicho disco. Un estreno en donde se pudo encontrar una puesta en panorama densa, con espléndidas arquitecturas lumínicas, ecos silvestres, bases electrónicas que invitaban al zapateo –Bagés y David Soler, alquimistas detrás de las máquinas–, voces humanas, con la presencia de una treintena del Cor de Noies de l’Orfeó Català o con un procesador de voces creado por Holly Herdon. Ritmo creciente de zapateo, imágenes ex profeso, groove electrónico y una Maria Arnal descomunal, imparable en su versatilidad vocal y con un dominio teatral impactante. Y todo perfectamente engarzado.

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