La primera indeterminación del Sónar empezó cuando aún era de día con la sesión de Santos Bacana, que adicionalmente de ser el creativo que está detrás de la nueva imagen de C. Tangana ejerce de pinchadiscos. Fue extraño y a la vez una disfrute escuchar en el templo de la electrónica de coreografía el “Caramelos” de Los Amaya, el “Algún cantó” de Matt Monro en esencia rumba, el “Bamboleo” de los Gipsy Kings o el “Y no te quedan lágrimas” de Rumba Tres, ayer de la triunfal juerga que se montan Pucho y su numerosa troupe. Sudamos como nunca pero valió mucho la pena ya que El Madrileño es un actor que actualmente come separadamente en el panorama del pop gachupin. Su pase en el Sónar, más breve de lo que son los conciertos normales de su presente excursión, fue igual de intenso y célebre.
Hubo otro vanguardia de cartel en el atmósfera principal en la primera marcha nocturna. Se trató del agrupación germánico Moderat, un trio que es una especie de supergrupo de la música electrónica ya que está integrado por miembros de Apparat y Modeselektor. Sascha Ring, Gernot Bronsert y Sebastian Szary llegaron al festival desde Berlín en la que es excursión de presentación de su cuarto disco “MORE D4TA”, que lleva un mes escaso publicado. Tras un hiato de seis abriles vuelven con una música que afirman está inspirada por las pinturas de Jan van Eyck, Johannes Vermeer y Sandro Botticelli, expuestas en el museo Gemäldegalerie de Berlín. Su sonido sintético alterna momentos atmosféricos con grooves más techno, energéticos y oscuros.
Otro signo distintivo es la voz de Sascha, muy influenciada, tal como reconoce, por Thom Yorke de Radiohead, que a su vez es un fan de la costado alemana. La veneración les lleva a afirmar que el sonido autónomo del agrupación anglosajón es para ellos una inspiración. La mezcla de épica e introspección se convierten en cartas ganadoras en un espectáculo que, adicionalmente, cuenta con un cuidado aspecto visual, con proyecciones que potencian el dramatismo de las canciones, jugando con tipografías, halos solares, figuras geométricas, eslóganes o los dibujos a la guisa de comic que ilustran la canción “Bad kingdom”. Yendo de los momentos que parecen dream pop de voz plañidera a subidones techno psicodélicos, entre flashes y humaredas. Un show, en definitiva, muy vistoso y entretenido
El rapero anglosajón Headie One fue una de las atracciones en el atmósfera SonarLab. Acompañado por otro rimador y un DJ, que igualmente escanciaba versos, noquearon con su flow monolítico que aúna espíritu callejero e imaginativos fraseos a doble voz o en esencia señal y respuesta. Con tan solo un disco, “Edna”, y una mixtape, “Too loyal for my own good”, demostraron que su prestigio, no exento de polémicas, es justo, más allá de los encontronazos con la honradez. La trascendencia de “Edna”, aguado así en honor a su causa fallecida, lo ha convertido en hado del hip hop, capaz de sumar ‘featurings’ de fasto en sus canciones, que incluyen a Stormzy, Future, Skepta o la hado del afropop Burna Boy.
Otras actuaciones
Simon Green, Agoria y el dúo The Blaze igualmente hicieron acto de presencia en el atmósfera
En el atmósfera SonarPub, en el que repitió representación Nathy Peluso, tras su tonto inaugural, hubo la presencia destacada del anglosajón Simon Green, sobrenombre Bonobo, que morapio a presentar su séptimo disco “Fragments” con el que sigue asociado con el mítico sello Ninja Tune. Rodeado por una competente costado, con cantante femenina y sección de metales incluida, este músico, productor y DJ, ahora establecido en Los Angeles, sigue expandiendo la buena nueva del downtempo, unos beats relajados en los que caben derivaciones en dirección a los terrenos del nu jazz y la música étnica, poco quizás demasiado sofisticado para un innumerable manifiesto que parecía querer beats más acelerados.
Para rematar la velada estaba prevista una buena dosis de ‘french touch’ con las actuaciones de Agoria y del dúo The Blaze; este postrero, integrado por los primos Guillaume y Jonathan Alric, es conocido igualmente por sus videos cinematográficos, lo que conlleva una estrecha relación entre la música y los utensilios visuales. Por su parte Sébastien Devaud, sobrenombre Agoria, se ha convertido en un icono de la música electrónica francesa más ecléctica, si tenemos en cuenta que en su postrero disco “.dev” colabora nulo menos que el omnipresente Impulsivo de Elche, protagonista por partida doble en la marcha del viernes. Y en la pista principal no faltó un fijo del Sónar, el utópico Richie Hawtin, adalid de la música techno y el mejor aliciente para reinstaurar la nueva normalidad, con un sonido minimalista que se expande en dirección a direcciones insospechadas y que siempre da como resultado la gusto de los ‘clubbers’.
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