Cuando un suceso traumático atraviesa la inocente mocedad de Mercè, no le queda otra opción que la de dejarlo todo, huir y asomar de nuevo acullá de sus orígenes y comunidad. Esta es la historia de vida de la protagonista de Canviar de pell (La Magrana), pero podría ser la de miles de mujeres que han tenido que cruzar fronteras para rehacerse a sí mismas y a los suyos. El comienzo intelectual de la catalana Aina Gatnau (L'Alzina, 1986) es un relato íntimo de superación situado entre la comarca ilerdense de La Noguera y París, con la posguerra española como telón de fondo.
A su vez, es una novelística compuesta de múltiples breves escenas que dejan deducir las confesiones de la protagonista en su diario, la sororidad entre los personajes femeninos, centrales en la novelística, y el glamuroso condición de la moda parisina. "Mercè puedes ser tú, yo, tu abuela o tu tía", cuenta la autora en una entrevista con La Vanguardia. "Su historia no existe, es ficción, pero está inspirada en todas las mujeres", añade.
Con el compendio, Gatnau quería "hacer visible la historia de personas que se han tenido que hacer su vida, sobre todo mujeres". "Parece que a las mujeres nos han hecho poblar en voz disminución", sentencia. Éste es el caso de Mercè, pero todavía el de su cuñada Cecília, a la que la protagonista tiene como referente. En verdad, es la única que tiende su mano a Mercè y la ayuda a escapar tras ese episodio traumático que la hace crecer de impacto, pese a que luego la distancia física provoca que no vuelvan a memorizar ausencia la una de la otra.
Acerca de esta relación, la escritora afirma que "una cuñada no es un hermano de raza pero forma parte de tu casa, tu comunidad y tu tribu". "Me pareció atún explorar la relación entre las mujeres. Me gusta sostener que en mi novelística hay ángeles de la guarnición y demonios", continúa. Y, sin duda, Cecília es un gracia para Mercè. "Es una persona que la entiende porque vive en el mismo paisaje que ella", constata la autora.
De hecho, el entorno que rodea a los personajes es casi uno más de la novelística. En primer sitio, La Noguera, como ejemplo de una sociedad española recluida y opresora. Situando la primera parte de su obra comienzo en su sitio de comienzo, Gatnau pretendía "dar visibilidad al mundo rural, que quizás con la pandemia se ha revalorizado, pero hasta ahora era periferia". "Me costó escribir sobre esto porque pensaba que el mundo rural no tiene lectores, pero es hacer visible las otras realidades", confiesa.
Así, la autora bebe de todas las anécdotas que tantas veces le han contado sus abuelos. "Es la memoria hablado que se va pasando de abuelos a nietos", explica. Y, de nuevo regresando al componente autobiográfico, Gatnau declara que "es ficción, pero he estado en todos los lugares de los que hablo, porque si no he estado allí no puedo escribir".
Más allá de Catalunya, para "cambiar de piel" la protagonista viaja hasta la haber francesa, resiguiendo así un repaso que ya hicieron muchos otros antiguamente que ella, huyendo de las consecuencias de la Eliminación Civil. "Lo escogí porque muchas personas hicieron este camino, para visibilizarlo y hacerle un poco de homenaje", relata. "Es muy fuerte marcharse de casa y no memorizar qué te vas a encontrar. Por otra parte, este repaso es muy válido ahora mismo", manifiesta la escritora, haciendo narración a Ucrania y a tantos otros conflictos actuales.
Canviar de pell transcurre a modo de diario al que Mercè confiesa todos sus pensamientos, dotando la obra de un estilo visual y sensorial. En cuanto al formato, se debe a que la protagonista "nace en una sociedad donde su voz no tiene importancia o no se la audición". "Con la pluma nadie la vetará, surge como forma de tener voz propia", detalla Gatnau. El idioma, muy dialogado, asegura a la voluntad de "establecer un vínculo con el catedrático, es más confidente".
En la misma fila, la autora sostiene que todavía es "una reivindicación al rico idioma hablado que tenemos, que no tiene por qué ser artificioso". "Pretende ser una novelística minimalista, hablada y cercana", continúa. Según la escritora, "los lectores de hace 200 abriles quizás necesitaban muchas descripciones, pero ahora con tres palabras ya te haces una idea de la imagen". "Me he laborioso de que somos generaciones visuales. Pienso que cada decorado es un explicación para mí. Podría hacer un post de Instagram para cada decorado", revela Gatnau, declarándose como una escritora millennial.
Cuando se le pregunta si se considera una de las nuevas voces de la letras catalana, la autora de Canviar de pell aún no se atreve a afirmarlo. "Considero que necesito escribir", se limita a distinguir. Sin requisa, concluye que le gusta que entren "en el panorama intelectual catalán nuevas voces jóvenes, femeninas y que sean leídas". Quizás para atribuirle esta rótulo habrá que esperar a su segunda novelística, en la que ya está trabajando y que, como la primera, volverá a estar repleta de personajes femeninos.
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