La tan ansiada recuperación del sector volátil tras la pandemia ha topado con un inesperado problema: aeropuertos europeos y aerolíneas no son capaces de atender a todos los pasajeros. El repunte súbito de la demanda para desaparecer, concentrada en periodos de tiempo muy cortos, ha cogido por sorpresa a compañías y gestores aeroportuarios. Las plantillas aún no se han recuperado de la crisis de la covid, la peor que ha sufrido la industria aérea en la historia, de forma que todo este incremento montañoso de viajeros llega con una escasez palpable de trabajadores. El cóctel ha explotado en forma de jornadas de caos y tensión en aeropuertos, encajado a las puertas de un verano que, se supone, será como los de ayer.
La directorio de conflictos es larga. Compañías como EasyJet, Lufthansa o British Airways han tenido que resumir su capacidad prevista delante la imposibilidad de encontrar mano de obra y de las limitaciones en importantes hubs. El aeropuerto de Gatwick y el de Amsterdam han cortadura el número de vuelos que pueden quitar de sus pistas en temporada entrada para evitar los colapsos y las cancelaciones que han vivido en el zaguero mes. En España la congestión no ha llegado al punto de otros países europeos, aunque se han producido largas colas en el control de pasaportes para ciudadanos de fuera del espacio Schengen, lo que ha provocado la protesta de aerolíneas como Iberia y la reacción del Empleo del Interior, que se ha comprometido a engrosar estos filtros con más agentes este mismo mes.
La congestión y la conflictividad sindical en el sector volátil amenazan el turismo
Ahora perfectamente, la primera operación salida en España llega este fin de semana con una convocatoria de huelga abierta en la primera compañía del continente en número de pasajeros, Ryanair. Y otra más a la reverso de la ángulo, el primer fin de semana de julio, en este caso activada por los sindicatos de tripulantes de cabina de otra gran low cost : EasyJet.
No son anuncios tranquilizadores. El verano de la recuperación comienza con disrupciones y conflictividad sindical en un sector de actividad esencia para España. El turismo, uno de los motores de la peculio del país, ha recibido como pocos el impacto de la pandemia y de las restricciones. Sería poco comprensible que, delante unos viajeros que desean suceder sus holganza y llevar en España ya sin restricciones, el sector, en su conjunto, se enrede en conflictos y errata de iniciativa para solventar los retos a los que se enfrenta.
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