Las analogías entre las relaciones políticas y las de pareja se agotaron durante el proceso independentista. Que si dos no pueden seguir juntos cuando uno no quiere, que si los divorcios son traumáticos aunque sean pactados... A veces este tipo de comparaciones se adentran en circunscripción resbaladizo. Reminiscencia cuando Pasqual Maragall, entonces presidente de la Generalitat gracias al acuerdo tripartito, en un arrebato de desesperación, soltó: “Me siento como una mujer maltratada”. Se le echó encima media Catalunya, y eso que la sensibilidad contra la perjuicio de la violencia machista era entonces –corría el 2005– último que ahora. Dicho sea de paso, Maragall tuvo aquel comienzo exacto posteriormente del socavón del Carmel. Y hace sólo unos días que la tuneladora ha reanudado los trabajos de la L-9 del patrón.
Viene esta preparación a exposición de la tormentosa relación entre Pedro Sánchez y ERC. Hace semanas que parece como si los republicanos estuvieran preparando el circunscripción para la ruptura. Plantan a la ministra de Transportes, rebajan la comisión de infraestructuras a una reunión técnica... En definitiva, lanzan avisos de que esto no funciona. Desde el caso Pegasus de espionaje al president Pere Aragonès y otros dirigentes independentistas, ERC se queja con amargura de que Sánchez no hace caso de sus requerimientos. De hecho, hace mes y medio que los dos presidentes se tenían que deber pasado en la Moncloa y el lucha sigue sin programarse.
Es cierto que en el Palau de la Generalitat no quieren ir a Madrid sólo a charlar un rato. Buscan que la reunión tenga consecuencias, pero Sánchez no está dispuesto a tomar más medidas sobre el asunto del espionaje una vez cesada la directora del CNI, así que esto se ha convertido en uno de esos momentos en que uno prórroga a que llame el otro y al contrario, y ningún se mueve.
A quien más le interesa en este momento reconducir la situación es a Sánchez
Mientras, el día a día es un reguero de reproches constantes. Si ayer fueron los 16.000 millones del adeudo fiscal, ahora son los 12.000 millones que, según la Generalitat, el Estado ha prometido en obras públicas que posteriormente no ha ejecutado positivamente. En ese contexto, a quien más le interesa ahora mismo reconducir la situación es a Sánchez, ya que el presidente quiere aprobar en otoño los últimos presupuestos de su reunión. La idea es ponerse manos a la obra rápidamente que obturación la carpeta de las elecciones andaluzas. Es proponer, a partir de mañana.
Buena parte de los implicados tiene la sensación de que la relación entre Sánchez y ERC fue más fluida ayer de los indultos que ahora. “Ya no hay empatía”, se lamentan en Esquerra. Pero a los republicanos siquiera les interesa la ruptura para no dar la razón a Junts. El partido de Jordi Turull ya ha enviado al Parlament una iniciativa-trampa especialmente dedicada a ERC en la que exige que el Ejecutor central entregue a la Generalitat el monises de las obras que no ejecutó en 2021 y, de no cumplirlo, los partidos independentistas se comprometen a no sufragar los Presupuestos del Estado.
Ya se ve venir que el voto de ERC a los Presupuestos será un serial, y de los largos
Sánchez quiere reunir la mesa de diálogo cuanto ayer –en julio a más tardar– y sugerir en ella una exposición de impulso de la germanía catalana. Una forma de allanar la relación para negociar los Presupuestos. Pero ERC considera que el contenido que se pone sobre esa mesa es insuficiente. Y el discurso del agravio en las inversiones dificulta la negociación de las cuentas porque, ¿de qué sirve proceder partidas para Catalunya si luego no se ejecutan los proyectos?
La próxima batalla van a ser los Presupuestos. Y ya se ve venir que ERC tendrá que subir el precio de su apoyo o correctamente Sánchez deberá acogerse a toda su capacidad de seducción para engrasar la relación con el Palau de la Generalitat. Veremos qué dan de sí los próximos episodios de esta agitada relación, con sus culminación, sus súbitos enfriamientos, impostados reproches y afables reconciliaciones. Sólo que sepan que ya cansa un poco...
Aunque Pedro Sánchez ha demostrado ser imprevisible en más de una ocasión, en la Moncloa no se trabaja con ningún cambio de gobierno como respuesta a un posible mal resultado del PSOE en Andalucía. La leída de la última remodelación del Ejecutor realizada hace un año por Sánchez fue la de un revulsivo posteriormente de la pandemia, pero incluso tras el batacazo electoral en la Comunidad de Madrid. Sánchez hizo cambios en su gobierno y incluso en el PSOE. Ahora no está previsto falta igual, pero el líder socialista, que ya da por descontado lo que pueda ocurrir esta sombra, sí empezará a pensar en cómo mejorar las expectativas en las próximas municipales y autonómicas de la primavera del 2023.A posteriori de las elecciones andaluzas
Laura Borràs y Jordi Turull acaban de abrir una cohabitación en la dirección de Junts per Catalunya que viene marcada por el conveniente resultado de la votación del congreso en atención de él (1.854 a 1.776). Los dos actúan con suma cautela en estos primeros compases de la dirección compartida, pero la pugna por constar de espacios de poder adentro del partido por parte de cada uno de ellos no se ha extinguido. De ahí que, de cara a las elecciones municipales, puedan proliferar diferentes opciones para las primarias de cada población, con candidatos favorables a uno y otro sector. Habrá que ver si en Barcelona, donde el hueco dejado por la marcha de Elsa Artadi es clamoroso, incluso se reproduce esa dinámica.Cohabitación entre Borràs y Turull
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