Leo que existen agencias de viajes especializadas en montarte recorridos que imitan las receso de personajes famosos. Repetir los lugares frecuentados por Ava Gardner, Madonna o Hemingway. No le veo mucho la merced a copiar deseos ajenos y vidas que no son la tuya cuando, precisamente, uno de los alicientes de un delirio debería ser su preparación personalizada, con todo el catálogo de emociones que encierra. Excluido el estrés, vale.
Así que te pueden organizar a medida unas receso, por ejemplo, a lo Kennedy. Empiezas en Acapulco, donde la pareja pasó su espejo de miel, y gozas practicando las actividades que les gustaban, léase golf, tenis y flotación, previa indeterminación alojado en el hotel Las Brisas.
Un historiador te alecciona antaño de la sopa de almejas que ellos solían pedir
Luego puedes irte a Boston (¿ problemas de monises? Este sector no los tiene), donde un historiador te aleccionará de los acontecimientos más significativos (uff) antaño de ofrecerte el plato de sopa de almejas que los Kennedy solían pedir.
Subsiguiente escalera, Capri. Allí te barnizan con Grotta Azzurra para luego dejarte proporcionadamente colocado con un Aperol pensando que, en ingenuidad, lo que quería tu compañero era navegar frente a la costa de Johns Island, Maine, con la misma camisa blanca y las lentes de sol del presidente, al timón del Manitou .
A estas cielo convendrán que es un delirio difícil. Y eso que quedan algunas escalas: el resort de Jamaica donde dicen que preparó su discurso (“No preguntes qué puede hacer tu país por ti, pregunta qué puedes hacer tú por tu país”) o la cala de Ravello en 1962, con vistas a la costa de Amalfi.
Les propongo que pongan alarmas en su casa, no se alejen mucho más de lo que la imaginación les permita, proporcionadamente fresquitos, y ni se les ocurra un delirio de fasto, que para cuando vuelvan ya la tienen ocupada.
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