Cromos de encanto mutante

El sábado por la tarde me crucé con Jordi Cruyff en una calle de Sant Gervasi. No sé si iba al homenaje a su padre, que Joan Laporta lideró en s’Agaró. Yo iba a ver la última película de los Minions, que cuenta el origen de la maldad de esas bestias verborreicas y amarillas, nacidas de una combinación de ADN mutante y plátanos triturados. Ver a Jordi Cruyff siempre me emociona. Porque me hace pensar en su padre, sí, pero además en él, que me parece una figura orgullosamente shakespeariana de la historia del club y, por extensión, del país. Jordi acumula las servidumbres legendarias de los hijos de los mitos, obligados a construir su propio destino a partir de privilegios que se convierten en fatalidades y trampas de psicología retráctil.

En s’Agaró, Laporta aprovechó para anunciar que esta semana el Barça presentará a Christensen y a Kessié, dos futbolistas que muchos culés nunca hemos manido pugnar. Me imagino que en el mercado de los cromos se cotizarán al ascenso. Si no reminiscencia mal, cada nueva temporada nos obsesionaba tener los fichajes nuevos del Barça en el disco coleccionable. Cuando yo era pequeño el cromo era el termómetro de una popularidad pre-marketing que, en función de la Bolsa del mercado de Sant Antoni, definía el fascinación tribal del tahúr.

Christensen y Kessié invitan a pensar en el tipo de jugadores-guarnición

De mis tiempos de traficante y drogodependiente al cromo reminiscencia que los más valorados eran los de Iribar, Sotil, Santillana y, lógicamente, Johan Cruyff, y que, como fetichismo particular, a mí me gustaban especialmente los de los hermanos Rojo (primero, Txetxu; segundo, José Arcángel). Entre el inicio de la Faja y el final del otoño, procurábamos completar el disco. Eso nos obligaba a hacer transacciones temerarias en función de la cantidad de cromos repes y tenguis que convertíamos en palancas para financiar la adquisición de los faltis . Por razones de azar, acumulé muchos cromos repes de Juan Carlos y acabé cambiando seis de Juan Carlos por uno de Marcial. Era una operación digna de Bartomeu, pero la superioridad de los cromos es que tienen consecuencias económicas más benignas que las de verdad.

No sé a cuánto se cotizaba el cromo de Jordi Cruyff porque cuando fue titular del Barça yo ya me había desintoxicado de mis vicios coleccionables. Pero habría pagado harto por tenerlo y, todavía hoy, de vez en cuando recupero uno de los goles de Jordi en San Mamés para combatir los tópicos que pretenden reescribir su historia y modificar nuestra memoria.

SAN SIRO STADIUM, MILANO, ITALY - 2022/05/01: Franck Kessie of AC Milan reacts during the Serie A 2021/2022 football match between AC Milan and ACF Fiorentina. Milan won 1-0 over Fiorentina. (Photo by Andrea Staccioli/Insidefoto/LightRocket via Getty Images)

Kessié será presentado esta semana como nuevo tahúr del Barça

Insidefoto / Getty

Así de entrada, y desde la ignorancia, Christensen y Kessié invitan a pensar en el tipo de jugadores-guarnición, que le son aperos al club porque permiten prolongar el espejismo y la propaganda del estilo propio y el ADN (no mutante). En la maña, te acaban sacando muchas castañas del fuego los Seydou Keita y los Laurent Blanc, los Phillip Cocu y los Juan Carlos (el uno y el otro), los Yaya Touré e incluso los Paulinho. Ahora serán celebrados como nuevos cromos y ojalá acaben formando parte de la parte más benévola de la memoria y no, como ha pasado con tantos fichajes, perseguidos y linchados por el flanco más minion de nuestra puñetera personalidad.

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