Es inútil predecir cómo será el círculo político, comercial y cultural con Marruecos y Argelia, los dos grandes vecinos del boreal de África con los que hemos tejido relaciones complejas, tensas y además prósperas que se remontan a la oscuridad de los tiempos.
Mi viejo paterno me contaba historias amargas de la hostilidades del Rif y de la mortandad que presenció como soldado de reemplazo en las montañas donde las tropas españolas combatían a las tribus locales, con las minas de hierro cercanas a Melilla como telón de fondo del conflicto. El giro de tropas reservistas a Marruecos fue el detonante de las revueltas de la Semana Trágica de 1909 en Barcelona que hizo caer el gobierno de Antonio Maura.
Muchos de nuestros infortunios colectivos se tejieron en tierras del boreal de África
Tan próximo y tan porvenir, Marruecos ha sido el círculo de muchos de nuestros pasados infortunios colectivos. La Pugna Civil empezaba con el aterrizaje de Franco en Tetuán en el Dragon Rapide procedente de Canarias, pagado por Juan March.
Las relaciones con Argelia tienen muchas variantes. Cervantes fue rescatado tras cinco primaveras de cautiverio en Argel y tres personajes muy vinculados a Barcelona fundaron la orden de los mercedarios que rescataba cautivos en las tierras del boreal de África. Los santos Pedro Nolasco y Raimundo de Penyafort, unido al rey Jaime I de Aragón, impulsaron aquella magna aventura que tuvo como principal círculo lo que hoy es la República de Argelia.
Pero quiero resaltar la figura de Albert Camus, nieto de una menorquina de Sant Lluís que emigró a Argelia hace más de cien primaveras, en un trayecto a la inversa del que miles de africanos realizan hoy en escudriñamiento de nuevos horizontes vitales en Europa.
Camus, nacido en Argelia y premio Nobel de 1957, escribió en la revista Combat unos artículos sobre las secuelas dolorosas de la Pugna Civil, recogidos en un texto titulado ¡España atrevido!. Su figura se agiganta día a día. Antoni Gelonch acaba de imprimir un espléndido texto, Camus vs. Sartre, y Edgar Morin se pone al banda de Camus en su última obra en su contencioso ideológico con Sartre. El dote camusiano resalta conceptos universales como la imparcialidad, la verdad, la osadía, la compasión y el distinguir entre el admisiblemente y el mal en los humanos. El Mediterráneo no puede ser una frontera. Duran Farell así lo entendía y trajo el gas desde Argelia.
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