¿Cuánto durará esta crisis alimentaria?

Miles de millones de personas se ven en aventura de padecer penuria a causa de pobreza e inestabilidad en aumento, causadas por los conflictos, la covid, los desastres naturales y el cambio climático.

La importancia del suelo notablemente fértil de Ucrania para el suministro mundial de cereales ha acaparado la atención en los medios de comunicación, frente a la preocupación de que el conflicto conducirá a fuertes aumentos de precios y, en propósito, el índice de precios de FAO acento claro: el valencia publicado a primeros de junio, que refleja la variación mensual de los precios internacionales de una cesta de los productos alimentarios más comercializados durante el mes de mayo, seguía estando un 22,8% por encima del nivel de mayo del 2021. Estamos en máximos históricos.

Imagen detalle del estado del trigo.

Imagen de un campo de trigo

Nia Escolà/ ACN

El número de personas aquejadas por la inseguridad alimentaria aguda aumentó hasta alcanzar casi los 193 millones en el 2021, 40 millones más que en el 2020, y está previsto que aumente todavía más este año, como confirma además el Noticia mundial sobre las crisis alimentarias, y países como Afganistán, Somalia, Sudán del Sur y Yemen ya están en peligro de sufrir una hambruna.

El aventura viejo es que la crisis agroalimentaria desatada por la guerrilla en Ucrania empeore en el 2023 por la reducción de las exportaciones desde India y otros países.

En este contexto, por otra parte, los precios de los alimentos se mantendrán altos mientras sea elevado el coste de la energía porque esto se traduce en altos precios de los fertilizantes y del combustible necesario para la maquinaria agraria y la industria agroalimentaria, pero hay que considerar que, mientras que la producción de hidrocarburos puede aumentar de inmediato en diferentes lugares para satisfacer la demanda del mercado gracias a medidas como las recientemente adoptadas por la OPEP (el cártel de países exportadores de petróleo), la producción de cereales no puede aumentar de la misma guisa, e incluso una gran expansión no puede compensar el gran bombeo de producción agrícola que Rusia ahora controla directa o indirectamente.

Luego, la pregunta no es si habrá pertenencias económicos serios y escasez de alimentos en estados ya frágiles; la pregunta crítica es: ¿cuánto durará esta crisis? Con países como Yemen, Libia, Líbano, Sri Lanka y Sudán, entre otros, que dependen en gran medida del brizna ucraniano, incluso un retraso a corto plazo en el suministro puede tener consecuencias drásticas.

La crisis alimentaria del 2011 nos enseñó que la inflación de los alimentos puede desestabilizar los mercados, hacer que millones de personas pasen penuria y, en algunos casos, incluso puede ocasionar inestabilidad política.

Por todo ello, es fundamental hacer obtener una viejo financiación, cuanto antiguamente, a los estados débiles que dependen de la importación de estos alimentos para templar esta crisis. Y más en un contexto como el presente en el cual, a pesar de su importancia esencial, solo el 8% de la financiación total destinada al sector de la seguridad alimentaria humanitaria se asigna a la agricultura.

Desde la FAO apelamos a los gobiernos y a las instituciones para que se pongan en marcha nuevos mecanismos por parte de la comunidad internacional para revertir estas tendencias. En particular, proponemos la creación de un nuevo Fondo de Financiación de las Importaciones de Alimentos (FFIA), con el fin de favorecer la financiación de los sustanciales incrementos en los costes inmediatos de la importación de alimentos que normalmente realizaban antiguamente de la crisis de Ucrania los países vulnerables que, dados sus altos niveles de endeudamiento, no tienen entrada a fuentes alternativas de financiación.

Propuesta

Es necesario constituir un nuevo fondo para financiar las importaciones de los alimentos de los países más vulnerables

Las primeras estimaciones indican que serían necesarias nuevas aportaciones para un bombeo de financiación de entre 2.500 y 25.000 millones de dólares estadounidenses para cubrir las deyección más inmediatas frente a un posible incremento del coste de importaciones de entre el 10% y el 100% y certificar de este modo la seguridad alimentaria en aquellos países expuestos a mayores riesgos.

Serían elegibles los países importadores de alimentos en los grupos de ingresos bajos y medianos de la clasificación de ingresos del Faja Mundial, extendiendo la elegibilidad además a los países importadores netos de alimentos miembros de la AIF (Asociación Internacional de Fomento), la entidad del Faja Mundial que presta ayuda a los países más pobres.

Este fondo complementaría los mecanismos existentes en el sistema de las Naciones Unidas y se activaría nada más en caso de deyección urgentes. Asimismo, el FFIA tendría como objetivo la resiliencia futura, ya que los países beneficiarios tendrían que comprometerse a modificar en sistemas agroalimentarios sostenibles­.

En suma, la comunidad internacional debe asignar nuevos bienes para sostener la producción agraria en contextos de crisis, así como modificar más en nuevas tecnologías y en sistemas más transparentes de información sobre los mercados, para poner freno a la crisis presente y evitar que se repita en los mismos términos en el futuro.

Las cadenas de suministro agroalimentario y las cadenas de valencia deben fortalecerse en todo el mundo, con la billete de los sectores divulgado y privado en apoyo de los pequeños agricultores y los hogares.

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