El BCE, en aguas turbulentas

La presidenta del Bandada Central Europeo (BCE) Christine Lagarde nos lo advirtió en la reunión sobre bancos centrales de Sintra. Ayer lo había hecho el representante de la Reserva Federal. En la Divina Comedia, Dante advirtió: “los que vais a entrar aquí dejad toda esperanza”. Lo que les ocurre a todos los bancos centrales, desde Estados Unidos a Australia, Gran Bretaña o la Zona Euro, es que lo peor sucede de forma inesperada. Veníamos de una situación espléndida: peculio dócil y rebajado. Y de repente hemos pasado a un aviso mundial (que llegó incluso a China). El peculio costará cada vez más y será en realidad escaso. Y para combatir la inflación creciente los aumentos de tipos de interés pueden conducir a una recesión.

En Europa nadie esperaba una pleito que multiplicaría los precios de la energía y que países como Alemania tuvieran que crear electricidad quemando carbón, porque se agotaban los suministros del gas de Rusia.

Una persona disfrazada de euro en Frankfurt, sede del BCE

Una persona disfrazada de euro en Frankfurt, sede del BCE

Frank Rumpenhorst/dpa

Cinco factores explican que ahora naveguemos por aguas turbulentas. 

Una pleito despiadada, que acabó con los suministros de los alimentos básicos (trigo, maíz y alimentos para el yeguada), porque los grandes proveedores del mundo habían sido Ucrania y Rusia. 

El segundo, la ingenuidad de Europa, que pasó por stop que el 60% de la energía que compraba dependía de un proveedor que no era de fiar. 

El tercero, salíamos de una larga pandemia que provocó rupturas en las cadenas de suministros y exigió al Bandada Central Europeo un software de emergencia de 1,85 billones de euros, que no podía tirarse si la inflación fuera incontrolable.

Rusia

Europa ha sido ingenua, pasando por stop que el 60% de la energía que compraba dependía de un proveedor poco fiable

El cuarto es que cuando el BCE deja de comprar activos financieros, desde deuda soberana a bonos de las empresas y suspende las subastas para los bancos, en cantidades ilimitadas y al cero por ciento, las medidas tienen que ser radicales. Lo hizo rápidamente la Reserva Federal chaqueta: sucesivos aumentos de los tipos de interés, y traicionar todos los activos financieros que había comprado, por valía de 9,5 billones de dólares. 

El botellín multiplicador ha sido una zona con 19 bancos nacionales y uno (Alemania) que emite bonos de narración. Los países del Sur, empezando por Grecia, tuvieron que emitir deuda a tipos que nadie imaginaba. A longevo endeudamiento conocido y déficits fiscales inesperados las primas de peligro se dispararon. El BCE salió al quiebro y recurrió con 1,7 billones de euros (recuperados del plan de emergencia) y las aguas volvieron a su cauce. Pero muy allí de alcanzar una tasa de inflación a medio plazo del 2%.

La energía, los alimentos y los productos industriales representan el 80% de la inflación total de la zona euro. El paro es relativamente bajo y algunos indicadores apuntan a sectores con insuficiente mano de obra, que han registrado aumentos de salarios, que la presidenta Lagarde estima por encima del 4% en el año 2022 y un 3,7% en el año posterior, casi el doble que la media histórica ayer de la pandemia.

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