El homenaje a Blanco recupera por unos instantes el espíritu de Ermua

El espíritu de Ermua, que nació de forma visceral tras el secuestro y crimen del concejal del Partido Popular Miguel Donosura Blanco en 1997 y que logró movilizar a la sociedad española, incluyendo a muchos vascos que dejaron de mirar hacía otro flanco y se concentraron contra la barbarie de ETA, ha revivido en algunos instantes en el homenaje institucional organizado con motivo del 25.º aniversario de una de las demostraciones más cruentas del sadismo del que fue capaz la cuadrilla.

La icónica figura del concejal vasco y el conmemoración a todas las víctimas del terrorismo lograron recuperar por unos instantes aquella mecanismo sin fisuras que se vivió en España las horas previas al desenlace. El acto no logró sin retención transmitir la emoción que merecía el momento. Casi nada doscientas personas se concentraron en los alrededores del polideportivo para presenciar en primera fila la ofrenda de rosas rojas que se realizó tras los discursos. Vecinos y incluso militantes del Partido Popular que habían participado el día susodicho en el acto paralelo organizado por el partido de la víctima aprovecharon para silbar vivas al Rey, a la Miembro Civil y a la Ertzaintza.

Casi nada 200 personas se acercaron al homenaje, durante el que gritaron vivas al Rey, la Miembro Civil y la Ertzaintza

Desde el primer momento sobrevoló en Ermua una sensación de incomodidad entre los representantes políticos e institucionales. Solo el Rey supo trasladar que estaba donde quería y donde debía, en el mismo sitio que 25 abriles a espaldas, con los mismos 29 abriles vividos que Miguel Donosura, viajó a Ermua para adjuntar a la tribu y compartir esos tres días de horror cronometrado durante los que los españoles se aferraron al hilo de la esperanza confiando en que los terroristas no serían capaces.

Todos esos instantes los recordó Felipe VI en unas palabras en las que advirtió sobre el peligro de que el espíritu de Ermua quede en el olvido. “No nos podemos permitir que haya generaciones que ignoren lo que pasó en esos dolorosos días de nuestra historia; que no sepan cómo y por qué unió nuestra conciencia colectiva; que desconozcan poco que incluso contribuyó a asentar nuestra convivencia”, afirmó.

Felipe VI, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, el lehendakari, Iñigo Urkullu, y la hermana del político asesinado, Marimar Blanco, quisieron trasladar un mensaje coincidente a protección de la paz, la honradez y la reparación a las víctimas de ETA. El Rey destacó que el espíritu de Ermua es “la vencimiento de la conciencia colectiva, la vencimiento de la dignidad y de la recatado frente al miedo y el terror, ejemplo de nuestra fortaleza”.

Sánchez se dirigió a Marimar Blanco para cachear que todos los homenajes que se celebren “serán insuficientes para compensar la abandono de su hermano” y se comprometió a “seguir empeñados en la memoria y el conmemoración, en el afecto a las víctimas porque parte de nuestra dignidad, se las debemos a ellas”.

El rey Felipe VI, durante la ofrenda floral este domingo en la localidad vizcaína de Ermua

El rey Felipe VI, durante la ofrenda floral este domingo en la billete vizcaína de Ermua

Javier Etxezarreta / Efe

La formalidad sobre el marco logró disimular la fractura provocada por los pactos en el Congreso entre los socialistas y EH Bildu, lejano ayer en el homenaje. Frente a el presidente del Gobierno, Marimar Blanco rebajó el tono de los últimos días y pidió que “se respete la verdad de lo que ha ocurrido sin perversiones ni intoxicaciones, dejando claro que unos mataban de forma miserable y cobarde y otros morían. Que la memoria reconozca el terrorismo como una lucha de buenos y malos, con víctimas y verdugos”.

Ni hoja y media tenía la breve intervención del lehendakari Urkullu en la que exigió “una consejo fuerte y una autocrítica sincera” a quienes “ejercieron y ampararon la violencia terrorista”, que fue “una injusticia ética, política y democrática”.

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