Unos 200 municipios del Piamonte italiano han emitido ordenanzas para lindar el agua a uso comestible. Otros ayuntamientos han interrumpido el suministro durante la indeterminación para permitir la recarga de las cisternas. Lombardía, la tren económica del país, ya cuenta con que sufrirá daños millonarios en su agricultura.
En Milán, el corregidor ha decidido cerrar las fuentes. En Emilia-Romaña se pide disminuir en un 20% el agua usada para regar los campos y se han emitido ordenanzas para prohibir que se utilice para cosas no indispensables, como limpiar el coche o satisfacer la piscina. En Livorno, el corregidor ha impuesto multas de hasta 500 euros para quien sea pillado usando agua para uso no estrictamente doméstico. En el pueblo de Castenaso, de 16.000 habitantes, los peluqueros solo pueden limpiar la vanguardia una vez los clientes. A escalera doméstico, la Protección Civil no descarta racionar el agua incluso de día.
Se prevén pérdidas de más de mil millones de euros en la agricultura, mientras el agua salada avanza por el delta
El río Po, el anciano de la península Itálica, sufre su peor sequía en 70 primaveras. Las imágenes son desoladoras: lo que antaño era un río caudaloso, el Conspicuo Fiume (el gran río), ahora parece un desierto. La tierra se resquebraja, su nivel está casi tres metros por debajo de lo regular, y muchas de sus zonas ahora están completamente secas. Es tan extremo que ha permitido recuperar un tanque tudesco de la II Cruzada Mundial.
La Autoridad Doméstico de Irrigación en Italia (ANBI) ha avisado esta semana que las ligeras lluvias recientes no han solucionado el problema, con el nivel del Po un 80% más bajo que lo regular.
Los factores son varios: la equivocación de lluvias –fueron más de 120 días– y de cocaína. Ha nevado un 60% menos en los últimos ocho meses y no se ha almacenado suficientemente agua para satisfacer los grandes lagos. Todo combinado con temperaturas que rozan los 40 grados en junio. “Es la tormenta perfecta”, resume Meuccio Berselli, secretario caudillo del estafermo divulgado que monitorea la cuenca del anciano río de Italia, especificando que las temperaturas son entre 3ºC y 4ºC más altas que la media registrada en este periodo.
Los mercadería del cambio climático son evidentes. Un esquema financiado por la Agencia Espacial Europa ha despierto que estas semanas de calor han aumentado la temperatura de la superficie del Mediterráneo en 4ºC respecto a la media entre 1985 y el 2005. “Entender lo que le está pasando exactamente al clima es importante porque los cambios están empezando a tener un impacto concreto en el día a día”, aseguró Gianmaria Sannino, que ha formado parte del esquema.
Y las consecuencias económicas ya se empiezan a notar. Solo en la cuenca del Po se produce el 30% del PIB doméstico en agricultura, y la Confederación italiana de agricultores (Cia) advierte que está en aventura el 50% de la producción. “Tenemos agua garantizada para uso agrícola hasta el 9 de julio. A posteriori, si no llueve, será un problema”, ha alertado el director de Lombardía, Attilio Fontana. Los daños podrían aventajar los mil millones de euros y está en peligro los cultivos de tomate o de algunas otras verduras pinta la equivocación de agua para regar. Igualmente estiman una reducción de entre el 30% y el 40% de melones y sandías y un 50% del maíz y la soja, dos productos que ya están al conclusión a causa de la combate en Ucrania. Y en el delta, en el Adriático, el agua salada ya ha reformista más de 30 kilómetros –un récord– e impide que sea utilizada para los cultivos. La intrusión flota amenaza con contaminar las aguas subterráneas y con alterar el equilibro del delta. Al menos el 30% de los cultivos de arroz de este año ya se han perdido.
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