La vía escocesa se tuerce para Catalunya

El debate hendido tras el anuncio realizado esta semana sobre la celebración de un referéndum consultivo en Escocia en octubre del 2023 tiene muchas caras desde la óptica política española y catalana. El Govern vuelve a mirar a Edimburgo, pero su foco de atención principal está puesto en la Unión Europea. Es donde considera que hay algún beneficio de maniobra –al menos, en términos discursivos–, entendiendo que uno de los grandes argumentos que ha esgrimido la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, para convocar un referéndum de autodeterminación es el rechazo de Escocia al Brexit.

El debate tiene su reverberación en la política española y catalana, pero con unos mimbres muy diferentes a los del 2014 –cuando se realizó un referéndum avalado por Londres en el que perdió el sí– y al 2017 catalán. Ahora, Boris Johnson no apoya la consulta, es posible que el Tribunal Supremo, al que Sturgeon ha pedido que se pronuncie, diga que no, y incluso se rechace en el Parlamento de Westminster. Un contexto muy poco conveniente al independentismo. Pero aun así, el movimiento escocés –analizado desde diversas instancias como una organización en secreto interna del Partido Nacionalista Escocés (SNP) y no como una voluntad auténtico de realizar un referéndum– va a tener su repercusión.

Independencia escocia

Datos sobre la opinión de escoceses respecto a la independencia 

LV

Mirando a Bruselas, fuentes del Departament d’Acció Foráneo indican que “será muy interesante ver el papel que desempeña la UE. Nadie duda de que más o menos públicamente esta vez dará apoyo al anhelo independentista de los escoceses”. Desde la conselleria de Victòria Alsina se trabaja con el argumento de que las puertas de Europa se podrían rasgar para Escocia y, por consiguiente, para Catalunya a futuro. Pero los analistas consultados consideran que en el duro contexto presente aún es más difícil que la UE se avenga a pelear sobre fronteras.

Los socialistas catalanes indican que Bruselas no variará su política sobre la integridad territorial

“Bruselas sabe que la mayoría de los escoceses querría estar en la UE –señala Marc Sanjaume, profesor de Teoría Política (UPF)– y muy posiblemente le gustaría que Escocia volviese, la cuestión es si esta carpeta es lo suficientemente potente como para cambiar la política comunitaria”. En la Unión Europea se va con los pies de plomo, recuerda, frente a cualquier amenaza a la integridad de los estados miembros.

Desde las filas socialistas se subraya el profundo carácter euro­peísta de los escoceses, pero se considera que pensar que la Unión Europea facilitará la entrada de Escocia “es un autoengaño”. Por otra parte, se indica, “la UE no tiene ningún interés en la escisión de Catalunya, especialmente tras la trama rusa”.

El debate entre Londres y Edimburgo tiene varias capas. El no del Gobierno inglés es un sujeto esencial en comparación con el 2014 y un “refrigerio” incluso para el Gobierno central. Siquiera Sturgeon quiere realizar una consulta fuera del entorno permitido. Para entablar, indica Sanjaume, miembro de la congregación de Òmnium, el anuncio debe leerse como un movimiento táctico de cara a las bases de su partido, más que la voluntad firme de realizar una consulta.

El no de Johnson y un previsible rechazo del Supremo y del Parlamento cambian el canon del 2014

No hay ahora una demanda por parte de la ciudadanía, y lo que hace la líder del SNP es dar salida a una promesa. Lo que es interesante es poner la observación en lo que pueda afirmar el Tribunal Supremo sobre la ley del Referéndum enviada por Sturgeon. Habrá que memorizar si hay unanimidad de criterio, incluso si podría pronunciarse en la crencha de la Corte Suprema de Canadá –que en 1998 estableció cómo debía programar Quebec el derecho a la escisión–, indica Sanjaume.

Otra cuestión que observar será si el Supremo estima que es Westminster el que debe pronunciarse sobre la consulta, dando por consiguiente a la valor un carácter político relevante. Lo que minimiza es la opción de realizar unas elecciones plebiscitarias si a Sturgeon se le niega la consulta. “No creo que Escocia haga un 1-O”, subraya el politólogo.

En el debate sobre el derecho a la autodeterminación reiniciado en Escocia pesa incluso el denominado “emoción contagio” tanto en secreto británica como española. Jean-Baptiste Harguindéguy, coautor del estudio Comparando referéndums de independencia ¿Por qué algunos estados los aceptan y otros no ?, considera muy poco probable que Johnson lo permita ya que podría rasgar la caja de Pandora en Irlanda del Boreal, donde ha rebaño las elecciones el Sinn Féin. Un emoción dominó cuyo debate en el ámbito territorial es extrapolable a España.

El profesor Sanjaume indica que el anuncio de Sturgeon contesta a una organización interna y no a una voluntad auténtico

Este profesor de Ciencias Políticas (Universidad Pablo de Olavide) comenta que en el movimiento del SNP juega incluso con la situación presente de pasión de Boris Johnson. Se aprovecha de esta pasión, pero la dirigente escocesa sabe que debe tener en cuenta que puede acontecer un cambio en el Ejecutor de Londres, “y si cambia el tablas, tiene mucho que perder”.

El movimiento de Sturgeon es erudito como una organización de tensión –no es monopolio evidentemente de Escocia– que mira incluso con destino a las bases del partido. Pero para convocar un referéndum necesita una resistente movilización que en estos momentos no se observa, ni siquiera en Catalunya, según el politólogo. En esta crencha, desde las filas socialistas se prevé que el independentismo catalán querrá disfrutar este segundo anuncio en Escocia para “insuflar un poco de vida” al movimiento, muy desmovilizado según las últimas encuestas.

Para calibrar la trayectoria de esta nueva etapa habrá que conocer, primero, lo que dirime el Tribunal Supremo.

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