Es verano y, luego de dos abriles de pandemia, las preocupaciones más inmediatas de los millones de europeos que estos días inician sus descanso son o acertadamente el caos aeroportuario o acertadamente el precio de la gasolina si piensan correr en coche. Bruselas y otras capitales europeas, sin requisa, tienen la presencia puesta en lo que vendrá luego, en la posibilidad de un invierno sin gas ruso que obligue a racionar el suministro y ponga a la ya tambaleante caudal europea al borde de la recesión.
“Debemos prepararnos para más interrupciones del suministro de gas, incluido un corte completo del que llega de Rusia”, ha listo esta semana la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. “Es obvio que el presidente Vladímir Putin sigue usando la energía como armas”, enfatizó en el Parlamento Europeo, donde confirmó que el próximo 20 de julio presentará un plan de contingencia europeo con medidas para hacer frente a posibles cortes en el suministro y tener claro cuáles son las prioridades en caso de escasez.
No se puede denunciar a Von der Leyen de alarmismo. El presidente ruso ya ha cerrado el canilla total o parcialmente a un docena de países europeos y cunde el temor a que el tubería Nord Stream 1, que mañana se cerrará durante 10 días para soportar a promontorio labores de mantenimiento teóricamente rutinarias, no retome su actividad el 21 de julio. Aunque las importaciones de gas ruso a la Unión Europea han pasado de representar el 40% del total al 20% en junio de este año, tal eventualidad la privaría de una de sus principales fuentes de aprovisionamiento en un momento secreto.
Las empresas gasísticas europeas tienen orden de guatar sus reservas al 80% antaño del invierno y normalmente aprovechan el verano, cuando hay menos demanda y los precios son más bajos, para preparar este colchón, necesario para afrontar con garantías la demanda de calefacción y energía durante el invierno. Actualmente están al 60% y, si no se alcanza el nivel requerido antaño del 1 de noviembre, los especialistas no descartan los racionamientos preventivos.
La tubería de Nord Stream 1, gestionada por Gazprom, que nutre directamente a Alemania, ya está funcionando desde hace semanas por debajo de su capacidad con el argumento de que no puede especular sin una turbina que enviaron a Canadá para ser reparada y está afectada por las sanciones occidentales contra Moscú. Kyiv se ha dirigido a Otawa para pedir que no entregue la alcoba. Berlín, para pedirle lo contrario.
Con los precios en máximos históricos, Bruselas tilda de “chantaje” las maniobras rusas con la energía. La explicación de los "problemas técnicos" esgrimida por Moscú suenan a simple pretexto para tratar de dividir al frente occidental y editar una eliminación económica contra Europa. Aunque los analistas creen poco probable que Rusia pestillo completamente el canilla, por el impacto que tendría en sus propias finanzas, un retazo en el suministro podría soportar a Alemania e Italia a la recesión y, de rechazo, al conjunto de la zona euro, según los disección de Goldman Sachs.
“Debemos prepararnos para un corte total del gas ruso”, avisa Ursula Von der Leyen
Los ministros de Finanzas de los Veintisiete celebrarán una reunión extraordinaria el 26 de julio para valorar la situación y pronunciarse sobre el plan de contingencia que habrá presentado días antaño por la Comisión Europea, que incluirá medidas para ceñir el consumo universal, planes de racionamiento y respaldar el tránsito del gas entre los países. “Tenemos que reforzar que, en el caso de una disrupción total, el gas fluye cerca de donde es más necesario. Debemos tener solidaridad europea y proteger el mercado único y las cadenas de valía de la industria”, dijo Von der Leyen, que llamó a no caer en “el egoísmo y el proteccionismo” que se vio al inicio de pandemia.
Bruselas ha pedido a los estados miembros que le envíen sus planes de emergencia nacionales. A partir de estos documentos determinará cuál es el límite de preparación a nivel europeo y diseñará pautas comunes sobre cómo realizar.
Los hogares e infraestructuras esenciales como los hospitales o las escuelas tendrían prioridad en caso de racionamiento del suministro, seguidos de la industria, donde ahora se abre una delicada conversación con los diferentes sectores para animarse cuáles podrían capear un corte con más facilidad. La Comisión está escuchando a los sectores afectados, empezando por las industrias de consumo intensivo de energía, para preparar su propuesta.
Los hogares, hospitales y escuelas tendrán prioridad, próximo a ciertas industrias
La reglamento europea requiere a los estados miembros ser solidarios entre sí en caso de escasez pero solo han firmado seis acuerdos bilaterales para regular crisis de este tipo, entre ellos, por ejemplo los de Alemania con Austria y Dinamarca o los bálticos entre sí. “Esto no es suficiente”, recalcó la comisaria europea de Energía, Kadri Simson, en el extremo consejo de ministros europeos del ramo, en el que los animó a renovar sus planes de contingencia y diversificar sus proveedores.
“Los países del este de Europa están muy expuestos a los cortes del gas ruso, en específico la ruta del Nord Stream 1, Alemania y Austria incluidas. Los acuerdos de solidaridad son esenciales para que el mercado europeo no se rompa durante el invierno. Trabajando juntos el coste de ceñir su uso será beocio para Europa”, afirma Ben McWilliams, autor próximo con Georg Zachman del estudio publicado esta semana por el centro de investigaciones Bruegel, que calcula que si Rusia cierra el canilla del gas, la UE deberá ceñir un 15% su consumo respecto al nivel previo a la eliminación o más, en caso de un invierno especialmente frío.
No todos los países lo sufrirán de la misma modo: la reducción del desembolso debería ser del 54% en el caso de los países bálticos y Finlandia, y el 29% en Alemania. Francia, por necesitar de la energía nuclear, y España y Portugal, por su situación de islas energéticas poco interconectadas con el resto del continente y dependientes de otros suministradores, son los países que menos lo sentirán directamente. Sin requisa, será necesario que todos hagan esfuerzos, afirma McWilliams.
Si el Kremlin cierra el canilla totalmente, la UE deberá ceñir un 15% su consumo, según los analistas de Bruegel
“Un plan de eficiencia europea debería requerir solidaridad y una reducción del consumo longevo que el necesario a nivel doméstico. No debe hallarse como caridad, es solidaridad europea”, recalca el analista de Bruegel. “A holgado plazo, un enfoque europeo es lo que nos permitirá conseguir la independencia del gas ruso y alcanzar los objetivos climáticos”.
Los políticos, añade McWilliams, “deben explicar claramente a la multitud los riesgos que se avecinan y pedir a los hogares que hagan todo lo que puedan para ceñir la demanda de gas, siendo sensatos con su consumo energético. Cada metropolitano cúbico de gas que los hogares ahorren es uno más que puede ser empleado por la industria y ayuda luego a proteger la caudal europea los próximos meses”.
Provisiones para el invierno Alemania. Alemania depende actualmente de Rusia para el 35% de sus deyección de gas, si acertadamente al inicio de la eliminación era aún más (55%). Objetivo: ceñir al 30% a finales de año y durar al 10% en verano del 2024. La situación ha empeorado desde que, a mediados de junio, Moscú redujo en un 60% las entregas por el tubería Nord Stream 1, lo que ha afectado en cautiverio a Austria, Francia, República Checa, Eslovaquia e Italia.
Según Moscú, todo se debe a que las sanciones occidentales por Ucrania impiden el retorno de una turbina, de la empresa alemana Siemens, en revisión en Canadá. Tras conversaciones, la turbina podría retornar la semana entrante. Sin requisa, llega un pestillo total del Nord Stream 1 por puro calendario: del 11 (este lunes) al 21 de julio se hace la parada anual por mantenimiento. Alemania teme que Rusia la alargue más para presionar.
Mientras tanto, la meta del Gobierno es el economía y almacenamiento, pues el gas es secreto para muchas industrias y la calefacción de la medio de los hogares es a gas. A día 1 de noviembre, los depósitos –a guatar con gas ruso o de la procedencia que sea– deberían estar al 90% de su capacidad; ahora están al 63%.
Para economizar el uso de gas en la producción de electricidad, el Ejecutor anunció la posible reactivación provisional de centrales de carbón de las llamadas de reserva, una medida dolorosa pues la coalición de socialdemócratas, ecologistas y liberales pactó el adiós al carbón para el 2030. Se crea igualmente un sistema de subastas para fomentar el economía en la industria, y el lado manifiesto KfW abrirá una tilde de crédito para financiar la adquisición de gas.
A muy holgado plazo, Alemania paciencia poder surtirse con gas licuado qatarí –construirá dos terminales de recibimiento– e hidrógeno verde de Emiratos, adicionalmente de gas estadounidense e hidrógeno noruego, entre otros. En el propio país, las energías renovables son el horizonte, pero no van rápido pese a los deseos de los ecologistas. Primoroso por: María-Paz López. Berlín. CorresponsalFrancia. Para conjurar el peligro de escasez energética derivado de la eliminación en Ucrania, Francia dotará al Estado de poderes excepcionales. El Consejo de Ministros ha apto un tesina de ley que incluye la posibilidad de requisar las centrales de gas que producen electricidad o de ordenar la interrupción temporal de su funcionamiento. Se decreta asimismo el llenado obligatorio, hasta el 100% , antaño del 1 de noviembre, de las reservas estratégicas de gas, así como la velocidad de los trámites para poner en marcha una terminal provisional flotante para percibir gas licuado (GNL) en Le Havre.
Otra medida mucho simbólica es preparar la reapertura de la central de carbón de Saint Avold, en el noreste del país, cerca de la frontera alemana, que fue cerrada en marzo pasado.
Se establecerá igualmente un sistema de aviso inevitable a las empresas que consumen gas, en caso de penuria coyuntural, para que puedan detener la actividad durante unas horas.
Más a holgado plazo, para reforzar la soberanía energética, la nueva primera ministra, Elisabeth Linde, confirmó los planes de construcción de nuevos reactores nucleares de última gestación que sustituyan progresivamente a los actuales, obsoletos. Para afrontar este tesina, que exige gigantescas inversiones, el Estado asumirá el control al 100% del titán eléctrico EDF, hoy muy endeudado.
La inquietud es tal frente a el próximo invierno que los presidentes de tres grandes compañías del sector –Engie, EDF y Total-Energies– firmaron una tribuna en Le Journal du Dimanche, en la que hicieron un llamada individual y colectivo a ceñir el consumo. “La mejor energía sigue siendo la que no consumimos”, escribieron. Primoroso por: Eusebio Val. París. Corresponsal.Italia. Italia es mucho dependiente del gas ruso, que representa un 40% del que importa. Por este motivo, desde que se inició el conflicto en Ucrania, el primer ministro, Mario Draghi, se ha concentrado en diversificar sus fuentes de energía. La táctica pasa por sustituir al menos la medio del gas que operación en Moscú (29.000 millones de metros cúbicos al año) por hidrocarburos de otros países en el 2023. El Gobierno ha conseguido un acuerdo para aumentar un 40% las importaciones de gas argelino a partir de 2023 y 2024 y igualmente ha apurado varios pactos en África para obtener más gas natural licuado.
El problema es que, con los gasoductos existentes, es difícil que Italia supere los problemas que comportaría una total interrupción del gas ruso. El gas natural licuado podría ser la opción –hoy representa el 20% de las importaciones– pero Italia solo tiene tres regasificadores y ya están trabajando al mayor. Roma ha comprado una nueva nave regasificadora, pero no estará operativa hasta primavera del 2023. Otra opción en estudio pasa por construir un nuevo tubería entre Barcelona y la Toscana si fracasa el tesina del Midcat. Los estudios técnicos están en marcha y deberían publicarse luego de verano.
La situación es peliaguda y en junio Italia sufrió una reducción imprevista de suministro de gas ruso. Delante las complicaciones que se prevén en invierno, el Gobierno planea guatar los depósitos de gas, que actualmente están sobre el 60% de capacidad, hasta al menos el 90% .
La semana pasada Draghi se mostró confiado en que se cumplirá este objetivo y dijo que animará las reservas de gas mediante préstamos a las compañías del sector con una inversión de 4.000 millones de euros gestionados por la empresa estatal Gestora de Servicios Energéticos. Primoroso por: Anna Buj. Roma. Corresponsal.Reino Unido. En la política energética del Reino Unido, una cosa es la teoría y otra la actos. La teoría elaborada por Boris Johnson, en respuesta a la determinación de Putin y los precios desorbitados del petróleo y el gas natural, es obtener una longevo independencia, pero manteniendo los objetivos medioambientales, como que en el 2030 un 95% de la electricidad consumida sea desestimación en carbono.
El Gobierno Johnson ha manufacturado un plan decisivo para acelerar el expansión de energía nuclear, eólica (el potencial es enorme entregado el clima ventoso del país), solar (más problemática) y de hidrógeno. Proyectos para la construcción de centrales nucleares, o para añadir reactores a las ya existentes, se van a acelerar, con la intención de que permitan cubrir un 25% de la demanda eléctrica. Pero todo ello en un futuro indefinido.
El Reino Unido pretende explotar al mayor sus fortuna de petróleo y gas en el mar del Meta, muy reducidos y de ataque costoso, instalar centenares de nuevas turbinas eólicas, e impulsar la undimotriz, generada por el oleaje. El fracking es más problemático, porque los habitantes de la campiña inglesa (la mayoría conservadores) se niegan a que su paisaje sea destrozado.
“De esta modo –ha dicho Johnson– reduciremos nuestra dependencia de unos mercados internacionales cada vez más volátiles, y desarrollaremos una energía más limpia y más ocasión, al tiempo que crearemos 40.000 puestos de trabajo”.
En la actos no está claro lo que va a acaecer. El coste del gas y la electricidad ha hecho que un sector importante del Partido Conservador se plantee si no convendría modificar los objetivos medioambientales, de modo que sean menos ambiciosos y más a holgado plazo, y se pregunta si tienen sentido en el flagrante contexto los sacrificios que serían necesarios para eliminar la huella de carbono en el año 2050. Primoroso por: Rafael Ramos. Londres. Corresponsal.
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