La quieren ver fuera, pero no la quieren echar ellos. Quieren que se vaya sola y eso no pasará. Esa es la lección que hace el entorno de Laura Borràs sobre las presiones que recibe de la concurso, y todavía de Esquerra, socio de Junts en el Govern, para que dé un paso detrás por su causa legal relativa al supuesto fraccionamiento de contratos cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes.
El pasado martes, cuando la presión crecía cada vez más, la presidenta del Parlament decidió mandar un mensaje claro a sus detractores: Que no dimitirá, que se siente inocente y que si le quieren ver fuera, tendrán que echarla aplicando el artículo 25.4 del reglamento de la institución –que es referente a los casos de corrupción–, aunque ella opta por otra vía, el 25.1, para que sus socios le den apoyo votando un juicio y preserve así la condición de diputada y presidenta de la Cámara.
Los republicanos abogan porque se aplique el 25.2 y que Borràs se apartado, ella misma, de forma provisional, desde que se le rada madurez vocal hasta que haya una resolución, pero la todavía presidenta de Junts ya ha capaz que en ningún caso lo hará. “No es represión es mala praxis”, justifican en Esquerra.
“Si la quieren ver fuera, la tendrán que apartar, y eso tiene un coste y un desgaste asociado”, apuntan desde JxCat. El entorno de Borràs cree que cuanto más le pidan que dé un paso al banda, más obligados se verán a posteriori en ERC a sufragar para suspenderla. Un hecho que avanza unos meses convulsos en el atmósfera catalán, opinan fuentes consultadas.
Y en Junts –que por ahora le ha mostrado un apoyo diamantino–, incluso quien acepta que pudo acaecer “mala praxis” por parte de Borràs se pronuncia en un sentido similar. “Es proporcionado posible que acabe inhabilitada, ya lo sabemos, pero la cuestión está en el cómo, y ahí Esquerra tiene un papel que brincar”, opina un dirigente. “Tendrán que explicar lo que hagan, aunque se escuden en que es aseo delante la corrupción”, añade. “Nosotros no haremos igual cuando llegue el turno de Josep Maria Jové y Lluís Salvadó”, concluyen en JxCat, si correctamente los republicanos dejan claro que un caso y el otro no son comparables.
Mientras tanto, ayer en el Parlament se celebró la segunda cumbre contra las causas estructurales de la corrupción y Borràs, que participó, aprovechó el acto para emplear argumentos en su defensa. Aseguró que en las “democracias viciadas con tics autoritarios” la corrupción “puede dejar de ser un problema que se tiene que eliminar y convertirse, de forma perversa, en un armamento para combatir la disidencia política”.
Y hoy, a posteriori de que la comparecencia del martes no enterrara el debate, Borràs exhibe músculo. Acude al Ateneu de Barcelona, a un homenaje en el que se le hará un agradecimiento del mundo de la civilización en el que participarán los expresidentes Artur Mas, Carles Puigdemont y Quim Torra, así como Jordi Turull y la plana maduro de Junts. Será el nudo a un manifiesto que ya ha recabado más de 7.000 adhesiones.
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