Porque yo tengo una banda de rock and roll

Seguramente fue en Discos Brezo, lo más parecido que he conocido al marco de Adhesión fidelidad, la novelística de Nick Hornby, adaptada al cine por Stephen Frears. Estaba en la calle Brezo de Cornellà. Cuando en los barrios había tiendas de discos. Cuando los discos se escuchaban de principio a fin. La cara A y la cara B. Y si querías hacerte una playlist recurrías al casete y al doble pletina para ponerlas en el orden que quisieses. Cuando Migueli era central del Barça, lucía pelillo y el Camp Nou no se apellidaba Spotify.

Hasta dos tiendas de discos llegó a poseer en San Ildefonso: Brezo y Cadillac. Ya no existe ninguna. Si no tenían el disco que querías, podías esperarte unos días o pillar el patrón hasta Barcelona y ocurrir una tarde de inventiva ojeando las pilas de vinilos ordenados alfabéticamente en Discos Castelló o Revólver. Pero fue en Brezo donde compré mi primer LP: Camino Soria de Estancia. Y no era consciente del tóxico que me estaba metiendo en la piel.

Ayer Los Niños Jesús nos subimos a un marco y debutamos en presencia de 400 personas

Luego llegaron las recomendaciones de mi primo Alberto, influencer cuando no había influencers. Me regalaba discos que él ya no escuchaba. El directo de Sabina y Al contrario, el Delirio con nosotros de la Banda Mondragón o el primer disco de Los Toreros Muertos, Los Toreros Muertos por Biafra.

Con 15 llegó el primer concierto. Con mi amigo Fran. Nos llevó su padre a unas fiestas del PSUC, en el Sot del Migdia. Loquillo y Trogloditas presentaban su directo A por ellos, que son pocos y cobardes, que sigue siendo uno de los mejores directos del rock castellano. 120.000 personas sin pulsera chic de festival, pero con una entrada rasgada por una punta, con la foto del peña. Para enmarcar.

opi 3 del 9 de juliol
Martín Tognola

Y a partir de ahí fue un no detener: Siniestro Total en Zeleste, Kiko Tóxico en las fiestas de la Rosa de Sant Feliu, Miguel Bosé en el Setembre Guai de Cornellà, Sabina en el campo municipal de futbol de El Prat, o El Postrero de la Fila en la plaza de Toros de Tarragona.

Intenté ilustrarse poco de música de la peor de las maneras. Apuntándome a solfeo y examinándome en el Conservatori de Bruc con València en Barcelona. Pero aquello no funcionó: a posteriori de cuatro primaveras y de repetir tres cursos, abandoné. La música se convirtió en un tabú y preferí disfrutarla solo como espectador o como espectador.

Y seguí comprando discos y acudiendo a conciertos. De Extremoduro a Estopa. De Aute a Ismael Serrano. De Juan Luis Eliminación a Calle 13. De Antònia Font a Manel. De Rigoberta Bandini a C Tangana.

Y cuando ya pensaba que de ningún modo podría subirme a un marco para intentarlo, cuando pensaba que a los 40 ya había hecho todos los amigos que una vida permitía hacer, se cruzaron en mi camino Jacob, Javi, Juan Carlos, Óscar y Jesús, el viejo, por eso somos Los Niños Jesús. Dos, músicos profesionales, los otros, arquitecto, diseñador dibujo y mecánico de la Renault. Y empezamos a reunirnos en el sótano de la sede de la Unión Extremeña de Sant Boi, con un par de quintos y muchas ganas de disfrutar. Todo era un diversión, hasta que nuestro amigo Víctor nos dijo si queríamos que nos moviese unos bolos. Y como no teníamos nadie que perder, le dijimos que sí. Y ayer nos subimos al marco que el Festival BBK había montado en El Arenal de Bilbao. Y debutamos en presencia de 400 personas. Y tocamos las canciones que nos han acompañado toda la vida: desde las que escuchábamos en nuestro cuarto de adolescentes, hasta las que pusimos en el coche para que nuestros hijos se familiarizasen con nuestros temas favoritos.

Y la última canción se la dedicamos a Pau Donés. Porque fue él el que me dijo antaño de irse: atrévete, que no te quede nadie de lo que querías hacer por hacer. Y ahí estamos, Pau. Mañana tocamos en Donosti. Eskerrik asko, amigo.

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