La cuerda que separa la interpretación de la imitación es flaca y a veces cuesta de establecer. Cuando en un premio cinematográfico reconocen el trabajo de un actor o una actriz que ha rodado una película biográfica poniéndose en la piel de otra persona, siempre hay voces críticas que aseguran que una imitación no puede compararse con una interpretación. Me vienen a la mente Nicole Kidman como Virginia Woolf en Las horas, Rami Malek como Freddie Mercury en Bohemian rhapsody y Taron Egerton como Elton John en Rocketman, por poner tres ejemplos.
Lo que más me fascina es cuando un imitador ejecuta una doble interpretación, es sostener, imitando a un personaje hace ver que imita a otro. Lo hemos gastado a menudo en el software humorístico Polònia, cuando un político se quiere hacer acontecer por otro, de modo que el imitador tiene que hacer un segundo personaje dejando imaginar al primero que está interpretando. La doble pirueta es como un más difícil todavía, y salen delante.
Carles Pedragosa barandilla el gag a partir de la confusión en inglés entre Turquía y un pavo
Este verano el festival Grec inunda la ciudad de propuestas artísticas en una estampación que casi ha recuperado la normalidad. Digo casi porque hay poco que no se ajusta, pero es una constante de los festivales actuales, que quizá todavía no se puede sostener con todas las trivio que son postpandémicos. Es la recuperación de espectáculos que se han gastado interrumpidos por el confinamiento. Con buen criterio, los organizadores programan piezas estrenadas, pero que habían tenido una vida corta a causa de las restricciones sanitarias de estos dos abriles.
Uno de esos casos es Europa bull, de Jordi Oriol, que hasta el 17 de julio se puede retornar a ver en el TNC. El dramaturgo y director, que ahora asume el papel que interpretaba en el 2019 Joan Carreras (ahora en la Beckett con Al final, les visions, de Llàtzer Garcia), se acompaña de un categoría de intérpretes extraordinarios: Sasha Agranov, Sarah Anglada, Olga Onrubia, Carles Pedragosa y Karl Stets. La obra ha sido actualizada, aunque no llega a la disputa de Ucrania, para retratar una Europa en ruina por el peso de la burocracia. En el puro estilo del autor, los juegos de palabras aparecen a menudo, en este caso doblando la envite habitual por el hecho de envidiar con más lenguas, falsos amigos y traducciones equívocas. Y los actores asimismo doblan la envite ejecutando la doble imitación, hablando en inglés como si fueran italianos, por ejemplo. El chiste de confundir en inglés Turquía ( Turkey) con un pavo ( turkey ) es un clásico, pero aquí el actor y músico Carles Pedragosa lo barandilla. Toda esta manía teatral empieza con la osadía de la becerra Penka, que en el año 2018 cruzó la frontera de Bulgaria con Serbia. No es sencillo salir y entrar de la UE, aunque se sea una becerra.
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