Tras dos abriles atípicos oportuno a las restricciones, el calor se presentará sin máscara “y querremos vernos todo lo que no nos hemos pasado en los dos veranos anteriores”, estima Ferrán Ramón-Cortés, doble en comunicación interpersonal y autor de La isla de los cinco faros (Conecta), entre otros libros. “Si no se estropea nadie, este verano vamos a reparar la carencia de reencontrarnos presencialmente con nuestros conocidos”, añade sobre la posibilidad de morar una canícula vibratorio y multitudinaria. De cumplirse el pronóstico, volverán los grupos de mochileros que viajan a explorar los confines de la tierra, los baños estruendosos en pozas, ríos y playas, los resopones a la luz de la retrato, pero, en presencia de todo, regresarán las amigos de verano.
En Sa Cotxeria, el nombre de la casa que tiene Ramón-Cortés en Fornells (Menorca), le demora, por ejemplo, su vecino, un pescador al que tiene por uno de sus diez amigos más valiosos. Pero igualmente otros conocidos y conocidas a los que sus padres llevaron con 10 abriles a veranear al pueblo, y que ahora llevan a sus hijos. “Solo nos vemos en julio y agosto”, admite este escritor que lleva 50 abriles yendo y viniendo a Menorca como si fuera la primera vez. Sin requisa, Ramón-Cortés reconoce haberles contado a algunos amigos suyos en la isla “cosas que en Barcelona no saben”, informa.
Con cautela
Hay sociólogos que prefieren cuchichear de "“relaciones de verano” y que consideran que las personas que se conocen en este tiempo son en existencia “falsos amigos”
Según los expertos, existen dos tipos de amigos de verano: los habituales y los ocasionales. Respecto a los segundos, hay sociólogos que consideran que la amistad no surge de repente, como pasa con el acto sexual. Por ello, aconsejan referirse a estos últimos como “relaciones de verano”, en emplazamiento de como amigos de verdad. Es más, recomiendan considerar “falsos amigos” a las relaciones que brotan tras compartir conversaciones con desconocidos por puro aburrimiento en trayectos de autobús, tren o avión, así como a los amigos de los amigos.
Pero no todo el mundo piensa igual. “Aunque se nos ha inculcado que los amigos son para siempre, se puede caminar anejo a otra persona solamente un ratito y que se convierta en un amigo”, entiende Antonio Moar, un conferenciante y “trans-formador” de equipos de detención rendimiento (según le gusta definirse). En El pequeño obra de las relaciones (Alienta editorial) este práctico recomienda crear un convenio post mortem y otro en presencia de mortem con cualquiera por el que se sienta afecto personal, apartado en el que Moar incluye a los “seis amigos íntimos discontinuos” –dice– que este verano le aguardan en Sancti Petri (Cádiz), entre dunas y marismas.
“En asueto nos quitamos muchas máscaras” alabarda Ferran-Cortés. “La mayoría de las veces somos más nosotros que durante el resto del año, ya que nos olvidamos de los roles profesionales, de las inseguridades e incluso de algún arduo. De todos modos, siempre me he preguntado por qué algunas de mis amigos más consistentes están en Menorca”.
Para contestar la pregunta, existe toda una ciencia de los amigos. Psicólogos y sociólogos han portaestandarte en los últimos abriles decenas de investigaciones para desvelar los tripas de la amistad. Algún estudio apunta que los lazos emocionales que propicia el verano tras compartir emociones intensas pueden datar a ser, incluso, más sólidos que los vínculos que genera trabajar cada día con las mismas personas. En otras palabras: las experiencias agradables cohesionan más que los tripas laborales.
Cada vez más expertos recomiendan, siempre que sea posible, dividir las asueto estivales en varios tramos. La teoría subyacente de las “asueto a la alemana” es que para recargar pilas y mandar de asueto a la mente (adicionalmente del cuerpo), es necesario tomarse igualmente asueto de la grupo y reservar días para uno mismo. Según esta suposición, lo ideal es tener lugar unos días con la grupo, otro tramo en pareja y unos cuantos días solos o en compañía de amigos. En cuanto a las “asueto mentales”, podrían fundamentarse “en hacer poco muy diferente al resto año, es asegurar, darse asueto de uno mismo y salir de la zona de confort”, indica Mertxe Pasamontes, psicóloga clínica y coach. Esto significa que cualquiera con una vida rutinaria debería tener un verano admisiblemente surtido de aventuras con tal de evitar cualquier tipo de parecido con un hámster que da vueltas y más vueltas sobre una rueda sin avanzar ni un centímetro. Y al contrario: “Si la persona en cuestión no para ni un minuto durante el año, las asueto mentales podrían fundamentarse en estacionar las emociones fuertes hasta el regreso”, recalca Pasamontes.Receso a la alemana, el postrero queja
En un artículo publicado en el Journal of Social and Personal Relationships, el profesor de Estudios de Comunicación, Jeffrey Vestíbulo define cuánto tiempo lleva conseguir que un amigo se haga merecedor de la protocolo “BFF” (siglas en inglés de Best Friends Forever o mejores amigos para siempre). Para Vestíbulo, el camino más justiciero para convertirse en el mejor amigo de cualquiera es tener lugar tiempo con él. En concreto, se necesitan de 40 a 60 horas para formar una amistad informal, de 80 a 100 horas para convertirse en un amigo, y cerca de de 200 horas para rematar siendo buenos amigos.
Otras investigaciones sugieren que las horas que pasamos en verano en compañía de amigos pueden datar a regir por dos. El antropólogo sajón Robin Dunbar, sin ir más remotamente, ha concluido en alguno de sus trabajos que en las comunidades pequeñas (como el pueblo en donde se veranea o en lugares con pocas personas accesibles para establecer una relación) igualmente se amplía el número de amigos íntimas.
Las pandillas de adolescentes que colocan las toallas contrapuestas en la playa para poder estar las caras o los jóvenes que se sientan en los escalones de las plazas mayores de muchos pueblos son el ejemplo de obra, así como las paellas y barbacoas al garbo osado que, si nadie lo remedia, volverán a preparar sus padres con gran algarabía.
Cuestión separadamente es determinar si en verano hacemos nuevos amigos o, simplemente, vivimos la amistad a calzón quitado, sin tapujos y con el tiempo (meteorológico y cronológico) que se echa a eludir durante el resto del año. “Lo ideal en asueto es comunicarse a generaciones y personas distintas, porque ahí se halla la sortilegio”, recomienda Ramón-Cortés. “El verano igualmente nos puede admitir al judería y hacer que acabemos corriéndonos las mismas juergas con los cuatro de siempre”, avisa Moar.
En un capítulo de El pequeño obra de las relaciones (Alienta), Antonio Moar, doctor en Ciencias Jurídicas y Sociales, aconseja crear dos tipos de contratos para proteger la amistad. Una idea que ya tuvo en su día el escritor cubano Reinaldo Arenas en Antiguamente que anochezca (Tusquets) cuando desveló su costumbre de dirigir una carta a cualquier ex amigo detallando los motivos por los que, a su causa, se había truncado su relación. “Una vez concluida una relación de amistad es conveniente hacer una observación detallado, incluso por escrito, tratando de exponer los argumentos que tenemos, los porqués de que esa relación haya terminado o ya no sea como antaño, tratando de ser lo más objetivo posible”, explica Moar. “Si en el post mortem aprendemos diseccionando la relación una vez finalizada (haciéndole la necroscopía), en el caso del en presencia de mortem, utilizamos la medicina preventiva, para evitar males mayores”, explica. La cuestión es trazar un business plan para promover la amistad y reflexionar por dónde se podría romper en un futuro, previendo posibles contingencias.Acuerdo en presencia de mortem y post mortem
Aunque cada vez más tratamos a las asueto como a las bodas para que todo salga valentísimo, la amistad igualmente tiene sus agujeros negros. Un estudio titulado Are Your Friends´Friend? (¿Son tus amigos amigos´?) publicado en la revista Plos One sugiere que no siempre la amistad es correspondida y que solamente la parte de los que creemos nuestros amigos manifiestan un sentimiento recíproca.
No obstante, nadie de eso parece importar en verano. En genérico, el verano se rememora como una especie de edén pueril que se tiende a recapacitar con un afecto que roza la reverencia. Entretener esos saludos dorados de mocedad siendo adulto es un estímulo para exprimir hasta la última grano del verano que se nos viene encima, y de todos los que quedan.
Si las previsiones se cumplen, las reservas de viajes para julio y agosto superarán los niveles anteriores a la pandemia y batirán récords. Todo apunta a que serán enjambre quienes se desplacen en buena compañía hasta otras latitudes, pero no serán menos los que retornen al pueblo de siempre a propagar sus voces festivas.
Pese a su mala prensa, Tarquinio el Fenomenal pasa por ser formalmente el inventor de las asueto. Sucedió en el siglo VI antaño de Cristo, cuando Roma dejó de ser monarquía y se convirtió en república. Para consagrar la unión de los pueblos de la región del Débil (con Roma a la capital) y ganarse el afecto de los esclavos, este rey tusco decidió concederles un día osado en el mes de abril, que se convertirían en cuatro con el paso del tiempo. Para algunos expertos, se prostitución del raíz de las amigos de verano.Tarquinio el Fenomenal y las asueto
Según los expertos, durante este verano lo en realidad “nuevo” será poder hacer lo mismo que en el pasado: cenar codo con codo con conocidos, restar en alguna playa, organizar excursiones intergeneracionales a fuentes, castillos abandonados y ermitas, retozar en el chiringuito de turno y conversar con nuestros amigos de verano sobre lo divino y lo humano hasta que vuelva a caer la confusión de la rutina.
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