Un país envejecido

Las cifras del número de nacimientos en nuestro país son alarmantes. Eso se traduce en un envejecimiento de la población que en los próximos abriles no podrá sostenerse porque ni tan siquiera podrá subsistir con las pensiones, que seguramente ya no existirán. No es catastrofismo, es una verdad evidente. Si no hay vitalidad nueva para amparar la vida y el funcionamiento del país, está condenado a la decadencia. No hay ayudas a la nacimientos, y cada vez menos a la atención sanitaria y la educación. Los resultados se traducen en un descenso de la nacimientos. Si a ello añadimos que estamos inmersos en una civilización del hedonismo, del consumismo, de equivocación de sacrificio y esfuerzo, estamos creando generaciones egoístas. La responsabilidad es de todos.

Lourdes Camps

Barcelona

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