Estas últimas semanas he estado trabajando en una recopilación de apócrifos: textos de un autor que imita a otro, falsificaciones y parodias. Qué cantidad de horas han dedicado los escritores catalanes a chotearse de otros autores, de broma o con mala goma. He reunido algunos textos de la época del modernismo, muchos de los abriles treinta (sobretodo de la revista satírica El Be Negre ) y menos de los últimos abriles. Ahora todos tenemos la piel muy fina y las cosas acaban fácilmente en el auditoría: en presencia de la posibilidad de buscarse una ruina, los escritores optan por ignorarse.
Cuando estalló la Lucha Civil, muchas revistas de broma dejaron de publicarse. Propaganda y humor combinan mal. Pero cuando la situación se normalizó un poco, un clase de jóvenes escritores y dibujantes recuperaron las cabeceras históricas – L’Esquella de la Torratx a , Papitu – e introdujeron un humor políticamente comprometido. La belleza es que no es un humor de fórmula, programático y con cortaduras. Tiene horizontes delirantes en la linea del humor insensatez de los movimientos de vanguardia. Por ejemplo: en diciembre de 1936, Papitu tenía una sección de novedades literarias que criticaba las lecturas tendenciosas motivadas por las bandosidades políticas. Uno de los libros comentados fue El rojo y el irritado de Stendhal. El crítico, Papaverus Tusquets, prevere ( Papaverus es el nombre verificado de la amapola, prevere quiere afirmar sacerdote), parte de la idea delirante de que la novelística de Stendhal está escrita en secreto y que deje de la persecución religiosa de los primeros meses de la guerrilla. ¡Rojo y irritado son los colores de la FAI! Es un prueba de sobreinterpretación estrambótica. El protagonista se lumbre Sorel (de Sor, hermana), Mademoiselle de la Mole, inmoral y pecadora, es un retrato indecente de Emilo Mola, el caudillo fascista. Acaba pidiendo “amb totes les forces de la meva ànima pudibunda” que pongan El rojo y el irritado en el índice de obras prohibidas.
¡Rojo y irritado son los colores de la FAI! Es una sobreinterpretación estrambótica
Una semana posteriormente, el inexistente Rebentós y Rebentós (una mala crítica en catalán es una rebentada ) comenta Quo vadis? de Henryk Sienkiewicz, una novelística del 1896. Sienkiewickz fue premio Nobel de letras en 1909. Su obra se había adaptado varias veces a la pantalla. Pero el autor de la crítica, que está en babia, dice que es un plagio. Ha descubierto –y dedica el artículo a demostrarlo con argumentos desternillantes– que este tal Sienkiewicz ha copiado la novelística de Francesc Trabal Quo vadis Sànchez?, de 1931, suprimiendo el Sànchez. Ha manipulado la divertida narración humoristicodeportiva de Trabal y la ha convertido en una alabanza de la religión con santas, apóstoles y mártires. Ha disfrazado un partido de campeonato como si fuera un espectáculo del Circo Mayor y, con el incendio de Roma, ha caricaturizado la revolución en Barcelona. El autor de los artículos critica a esa clan que interpreta textos y acontecimientos como les da la apetencia. Es un diez. Y más, en tiempos de guerrilla.
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