Diez meses luego de su primera reunión, los presidentes Pedro Sánchez y Pere Aragonès volvieron a encontrarse ayer casi dos horas a solas en la Moncloa, en una cita pensada para rehacer el diálogo entre el Gobierno central y la Generalitat tras meses de distanciamiento provocado por los casos de
espionaje a políticos independentistas catalanes, entre ellos el propio Aragonès, y las acusaciones catalanas al Estado de error de cumplimiento en los compromisos presupuestarios con
Catalunya.
Estas dos circunstancias llevaron al Govern a congelar las relaciones con Madrid hasta que hubiera un disputa entre los dos presidentes para tratar de poner las bases para seguir manteniendo viva la vía del diálogo. Este disputa es el que tuvo extensión ayer. Venía precedido de expectativas muy bajas para cerrar algún acuerdo concreto, pero finalmente Sánchez y Aragonès han pactado celebrar una nueva reunión de la mesa de diálogo en Madrid la última semana de este mes, sin la presencia de los dos presidentes. De este modo se escenifica el deshielo institucional, la descongelación de relaciones, se reactiva la mesa de diálogo y el compromiso de alcanzar acuerdos.
Sánchez y Aragonès acuerdan reunir la mesa de diálogo la última semana de julio
El presidente de la Generalitat prórroga poder acometer en esa reunión de la mesa la desjudicialización del conflicto y que se plasme en acuerdos parciales. Aragonès insiste en que la normalización dependerá de si se alcanzan pactos concretos, pero la existencia previa de un acuerdo metodológico sobre los temas que tratar favorece avanzar en la buena dirección, y por eso el president califica de muy importante que el Gobierno castellano colabore en todo lo que se derive de los procedimientos judiciales y celebra que Sánchez se comprometa a colaborar con la honradez para acometer el caso Pegasus.
Aragonès reiteró ayer que las posiciones siguen alejadas, como asimismo lo está, a su parecer, la posibilidad del conflicto hasta que la ciudadanía catalana no pueda osar el futuro político del país. La portavoz del Gobierno, Isabel Rodríguez, coincidió en que “las diferencias siguen siendo enormes” en los temas relacionados con la independencia. A la cautela –a la prórroga de acuerdos concretos– de Pere Aragonès tras la cita de ayer se contrapone la visión del Gobierno, que considera “muy positivo” el disputa para ir recomponiendo las relaciones institucionales tras el escándalo Pegasus. Temas como la reforma del delito de sedición y la situación de Carles Puigdemont no fueron abordados, según los dos gobiernos.
La convocatoria de la mesa del diálogo para seguir avanzando, de acuerdo con la hoja de ruta y el ámbito que plasmaron Félix Bolaños y Laura Vilagrà hace unos días, otorga una salida a las reclamaciones del Govern, pero habrá que guatar ese disputa de contenido para dar pasos concretos en la posibilidad del conflicto político.
El disputa de ayer se produjo en uno de los peores momentos de las relaciones entre ERC y Junts. La formación que lideran Laura Borràs y Jordi Turull es totalmente escéptica sobre esta descongelación de relaciones e insiste en no participar en la próxima mesa de diálogo. A pesar de ello, ayer tanto Aragonès como el Gobierno insistieron en su deseo de que JxCat esté presente, si acertadamente uno y otro afirmaron que respetarán su osadía.
Sánchez y Aragonès han cedido un primer paso para reactivar un diálogo que a uno y otro les interesa políticamente. Al presidente castellano, ahora mucho más aliviado tras el resultado del debate sobre el estado de la nación, para rescatar su alianza con Esquerra para elaborar unos presupuestos generales para el 2023 que palien la inflación. Y a Aragonès, porque toda la logística política republicana pivota sobre ese diálogo y negociación con el Estado, y porque todo avance en esta fila supondrá réditos para ERC delante las municipales del año próximo.
Publicar un comentario