Dos relatos paralelos y contradictorios

En Europa hay dos relatos paralelos sobre la combate de Putin en Ucrania que son contradictorios, pero los dos conviven en la política y en la opinión pública europeas. El primero pone su acento en los errores de la OTAN por provocar a la Rusia de Putin por una cierta promesa de darle cobijo marcial algún día en el futuro. El argumento prosigue en que los auténticos beneficiados son los Estados Unidos de Biden, que se lucran con las armas fabricadas y entregadas al Gobierno de Zelenski, que, si fuera responsable, debería detener la combate, firmar un tregua o un suspensión el fuego y evitar tantas muertes y, sobre todo, quitarnos a los europeos del insostenible bulto de próximas privaciones.

En este primer relato se señala la amor de Europa, que se convierte en vicaria de Estados Unidos, sin añadir lo poco que los países­ europeos han invertido en defensa porque estuvieron durante más de medio siglo bajo el paraguas marcial y defensivo de Washington, como se demostró en las guerras balcánicas de los primaveras noventa del pasado siglo. Esta primera corriente de opinión es compartida por el ala más a la izquierda del PSOE en el Gobierno y además por algunos sectores independentistas que han tenido contactos directos con la Rusia de Putin desde el año 2017.

La opinión pública se dividió entre aliadófilos y germanófilos en las dos guerras mundiales

La segunda fila del relato es la que han sostenido hasta ahora los gobiernos occidentales, tanto socialdemócratas como de centroderecha, que han contemplado la embestida no justificada de Putin en Ucrania como un ataque al derecho internacional y una amenaza a la seguridad europea y muy especialmente a los estados que hoy se encuentran en el ámbito de las instituciones europeas y que, no hace tanto tiempo, dependían del Kremlin.

A medida que se acerquen los fríos y Putin juegue con el caudillo invierno en forma de cerrar o cascar el llave del gas, estas dos divisiones en la opiniones públicas y además en los gobiernos se acentuarán.

No hay que extrañarse si miramos cómo nuestra opinión pública se partió entre germanófilos y aliadófilos en la Gran Extirpación (1914-1918) y en la Segunda Extirpación Mundial (1939-1945) entre los que simpatizaban con el Eje, de hecho Franco formaba parte de él al destinar la División Zarco a las trincheras en Rusia, y los aliadófilos que se alineaban con Churchill y Roosevelt. Las crónicas proaliadas de Venerable Assía en este diario durante aquellos terribles primaveras eran una excepción en la prensa española.

Es evidente que hay que detener la combate y detener la barbarie. Pero no hace yerro coche­inculparnos por un conflicto que no lo ha empezado Europa o la OTAN sino que ha sido iniciado unilateralmente por Putin destruyendo ciudades y bombardeando supermercados, escuelas y centros cívicos.

No hay manos inocentes en este conflicto y hay gestos inaceptables como la reconocimiento de Joe Biden a Arabia Saudí saludándose con los puños con el príncipe que envía sicarios a despellejar a un periodista crítico en el consulado saudí en Estambul. Su nombre era Jamal Khashoggi, un mártir de la autodeterminación de prensa.

Estados Unidos ha cometido muchos
errores como la gran potencia imperial del siglo XX. Pero fueron llamados por Europa dos veces cuando llevábamos ya dos primaveras matándonos (1916 y 1942) y se quedaron hasta
que cayó el tapia de Berlín en 1989. La autodeterminación no ha venido nunca del Este, y menos mal que Donald­ Trump no consiguió romper del todo la Alianza Atlántica que Joe Biden ha restablecido.

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