Emmanuel Macron denunció ayer la “hipocresía” de los líderes africanos delante la guerrilla de Ucrania por no atreverse a designar a Rusia como el atacante. El presidente francés, de invitado en Yaundé, no se mordió la jerga durante una rueda de prensa cercano a su homólogo camerunés, Paul Biya, quien, por su parte, trató de demostrar de guisa evasiva el acuerdo de defensa con Moscú, recientemente renovado.
La comparecencia de Macron y Biya delante los periodistas evidenció el precario estado del hospedador, de 89 primaveras, que lleva ya cuatro decenios seguidos al frente del país africano. Biya no entendía las preguntas, por un problema auditivo, y el presidente francés se las repetía hablando más cerca y parada. La voz del dirigente camerunés era ronca y débil. Su flagrante esposa, Chantal, estaba en primera fila, sonriente, con vistoso atuendo y exuberante cabellera rojiza. Se sentaba en una especie de trono, más conspicuo y parada que las sillas del resto de asistentes, ministros incluidos.
Macron lamentó la propaganda rusa y las fake news contra Francia en las opiniones públicas africanas y la presencia de los mercenarios de Wagner en Mali y en la República Centroafricana. Mencionó la explotación rusa de posibles naturales y los abusos cometidos por Wagner contra las poblaciones locales.
El presidente francés, cuya viaje incluye Benín y Guinea Bissau, prometió que París seguirá comprometido con la seguridad del continente africano, a pesar de la “rearticulación” de la presencia marcial francesa en el Sahel. “Ningún ampliación es posible sin paz y seguridad”, subrayó. Francia continuará dando apoyo a los gobiernos de la región para hacer frente al yihadismo. Tras el desaseo de las bases en Mali, por el rechazo de su sociedad marcial a los soldados franceses y su nueva alianza con Rusia y Wagner, París usará Níger como centro de operaciones. Macron insistió en ampliar el ámbito de la intervención francesa a los países del sinvergüenza de Guinea, cada vez más amenazados por la ataque del terrorismo islamista.
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