Erotomanía o burda misoginia

La abogada de Paula Bonet no se esperaba que la sentenciador aplicara la eximente de enfermedad mental sobre ese individuo que ha tenido a la cómico valenciana recluida y atemorizada durante la friolera de tres abriles.

La multa al acosador es poco más de lo que le costó a la víctima la minuta del terapeuta. Y enviarle año y medio a un psiquiátrico es privarle de autogobierno solo la fracción del tiempo que él ha tenido atormentada a su presa .

No es que la sentencia pudiera ser mucho mejor. Con la ley en la mano, el erotómano no habría ingresado en prisión, pues ya llevaba acumulados ocho meses de gayola preventiva. Y como el hombre no atiende a razones ni cumple con las órdenes de alejamiento, el psiquiátrico parece la única opción posible.

Dieciocho meses pasan volando. Y a resolver por la germanía que el interfecto utilizaba con Paula Bonet, se manejo de un erotómano 'de distrito'

Ahora correctamente, 18 meses pasan volando. Y a resolver por la germanía que el interfecto utilizaba con Bonet, se manejo de un erotómano de distrito . Su psicosis pasional ausencia tiene que ver con el fetichismo con zapatos de tacón a lo Berlanga. De hecho, si en este país la misoginia fuera verdaderamente delito de odio, debería haberle caído una multa brutal a resolver por el contenido de sus misivas. Ya lo dijo Jacques Lacan, la enajenación no exime de la responsabilidad penal.

La artista Paula Bonet, en una imagen de archivo

La cómico Paula Bonet, en una imagen de archivo

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“Gracias por fomentar la misoginia con tu asquerosa talante de indiferencia”. “Necesitas existir con la esperanza de que algún día te viole”. “Eres una niñata indolente, una embaucadora empedernida y una mentirosa compulsiva... Como me cruce contigo voy a estrangularte y descuartizarte... verás qué festín... me guardaré los pezones en una carmañola para mi propio disfrute”. “Solamente serás violada hasta tener tu tercer y zaguero fracaso... zorrona, depravada y pedófila”.

La sintomatología “egosintónica” y los rasgos de personalidad inconsciente, valeverguista e intransigente que se le atribuyen en la sentencia al inculpado no nos suenan a chino. Desgraciadamente forman parte de la talante que impera en el imaginario machista y misógino de tres al cuarto del que tantas mujeres han sido objeto. Pregunten y verán. Y ahí la paradoja: por insultar a una mujer por el hecho de serlo, dos pesetas, pero por reivindicar la igualdad y platicar de ciencia, la ley trans contempla penas de hasta 150.000 euros

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