¿Es posible evitar que nuestros hijos practiquen el ‘sexting’?

La difusión, sin su consentimiento, de un video sexual del actor y presentador Santi Millán ha sido el extremo de una ristra de escándalos que tienen como ingrediente almohadilla una compacto íntima. En una época en la que todo se filma y comparte, los contenidos de este tipo son habituales. Incluso, han impulsado las trayectorias de famosas como Paris Hilton y Kim Kardashian. Todavía son motivo de chanzas: “Necesito un divulgado y hoy que se filtre un video sexual ya no funciona…” dice la diva Deborah Vance, el personaje protagonista de la serie Hacks, cuando tráfico de remontar su carrera.

Sin secuestro, en la mayoría de los casos, la difusión de este tipo de contenidos tiene una consecuencias muy perjudiciales para las personas cuya intimidad ha sido violada. Incluso, irreversibles. En España es conocido el caso de Verónica, una mujer de 32 abriles, que se suicidó en 2019 cuando un ex apasionado despechado, compañero de trabajo, compartió un video sexual que ella le había enviado cinco abriles detrás. A esta actos: la de compartir la autoproducción de textos, imágenes o videos digitales explícitamente sexuales, se le fogata sexting; un término cada vez más corriente.

Santi Millán ha reaparecido en redes sociales tras la filtración de su video íntimo

Santi Millán ha reaparecido en redes sociales tras la filtración de su video íntimo 

Mediaset

Pero que el sexting sea habitual no impide que se formulen ciertas preguntas en torno al mismo. La primera: ¿Por qué se graba alguno manteniendo una relación sexual? Rosa Montaña, médico de tribu, especializada en sexología, explica que esta actos: “Es un proceso de morbo, de observación. Incluso, de obtener un trofeo para poder conservar ese recordatorio de lo que está sucediendo. Hay mucha clan a la que le excita ver a su pareja de esta guisa”.

Rosa MontañaMédico de tribu

Pero, memorizar esta intimidad, ¿Es poco frecuente? La doctora contesta con un “hoy es poco muy habitual”. En singular, añade: “Si tienes seguridad con la persona con la que lo estás haciendo”. Pero esta experto matiza que “hoy las parejas son más efímeras”, por lo que, al alcanzar a filmar un contenido de este tipo: “Habría que encargar que no haya un proceso de maldad que derive en la difusión de estas imágenes. Cuando envías poco así tienes que conocer que corres un aventura de seguridad, que no todo está controlado”, advierte.

Hombre haciéndose una foto erótica

Hombre haciéndose una foto erótica 

Getty Images/iStockphoto

Anna Plans, presidenta de la Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales de Catalunya, es aún más enérgica. Para ella, no existe un sexting seguro: “A partir del momento en el que compartes cualquier contenido sexual, este ya escapa de tu control: esto lo hemos de tener muy claro, estás haciendo una actos de aventura”, asegura, rotunda. Autora de Respeta mi sexualidad (ed. Nueva Eva), Plans lleva abriles dedicándose a defender los derechos del beocio en el mundo on-line y conoce de primera mano las consecuencias que esta actos implica. La difusión de un contenido de este tipo, asegura, puede destruir una vida.

“Puede afectar muchísimo, sí, porque es como hacer un guardarropa de una situación de trastienda de nuestra pareja”, coincide Rosa Montaña. El impacto personal, añade, dependerá de la punto y las circunstancias: “No es lo mismo que una cosa así te pille con cuarenta que con quince abriles. O que el sexting haya sido por un proceso de «si no haces esto, te dejo». Aparece aquí el chantaje emocional, que cada vez está sucediendo más, especialmente, en adolescentes”.

Actos en aumento entre los menores

Aún hay poco estudios sobre el sexting pero en 2018 un metaestudio publicado por la revista JAMA Pediatrics reveló que uno de cada cuatro jóvenes lo había practicado. Investigaciones posteriores demuestran que esta actos se ha incrementado en consonancia con el aumento de teléfonos inteligentes y el exposición de aplicaciones que permiten el intercambio privado de imágenes y videos digitales, siendo WhatsApp una de las principales. Anna Plans todavía refiere a un estudio de la universidad del País Vasco de 2018 que reveló que en España, el 31% de los menores de entre merienda y dieciséis abriles lo habían hecho.

Los jóvenes hoy practican el sexting, pero, ¿no es poco dialéctico, si los adultos lo hacen? Los niños, no olvidemos, aprenden por imitación. Y la exposición de la intimidad puede hacerse de muchas maneras. De hecho, son millones los padres que exhiben en las redes las vidas de sus hijos menores: se les conoce como sharents o instaparents y muestran al mundo, de forma exhaustiva, las monerías de sus retoños. Asimismo, hay niños, muy pequeños, con cuentas en TikTok (diligentemente abiertas por sus padres). En este entorno, ¿cómo explicarles a los hijos la importancia de la vida privada?

Sexting a través del teléfono móvil

Sexting a través del teléfono móvil

Getty Images/iStockphoto

Anna Plans considera fundamental el ejemplo de los padres: “Si ellos no comparten su intimidad, los hijos lo ven”, asegura. Lo que ocurre es que con las redes sociales el concepto de intimidad se ha hecho más relajado, se ha normalizado compartir con desconocidos nuestro día a día. No solo eso: tener muchos seguidores es igual de triunfo. Si a todo esto se le añade la hipersexualización imperante, resume Plans, tenemos el cóctel servido: “Piensa que las influencers más exitosas son las llamadas sexygrammers —chicas muy jóvenes que posan en Instagram imitando a sexygrammers adultas, como la celebrada Emily Ratajkowski—. “Y lo que hacen que enganchen, que tengan seguidores, es que venden su intimidad”, explica.

Anna PlansPresidenta de la Asociación de Consumidores de Medios Audiovisuales de Catalunya

Esta hipersexualización se está normalizando entre los adolescentes: “Se reproducen patrones y se acaba compartiendo la intimidad”, resume Plans. Las consecuencias, son enormes: “Sobretodo entre las chicas, las más vulnerables, las más estigmatizadas por su conducta y muchas veces, las más presionadas y coaccionadas”. Sufren lo que Plans fogata las fragilidades contemporáneas: anorexias, bulimias, fobias sociales y hasta depresiones.

Para la sexóloga Rosa Montaña se puede enseñar lo que es la intimidad pronto: “Los niños, ya muy pequeños, se tocan. Diciéndoles «No, no en este sitio; pero esta es tu habitación o este es el baño…» empiezas a explicarles lo que significa la privacidad”. Y a medida que crecen hay que seguir hablando: “Contar, por ejemplo, que compartir este tipo de contenidos es un delito”. Anna Plans sugiere límites: horarios y zonas restringidas de uso del móvil, por otra parte de no olvidar que la vida constitucional para el uso de WhatsApp es de… dieciséis abriles y, en redes, catorce. “Los jóvenes no tienen conciencia de aventura, hay que hacerles pensar”. Y si han caído: “No juzgarlos sino ayudarlos y inquirir soluciones. Acompañarlos, siempre”.

Para organizar, señala la sexóloga Rosa Montaña, es todavía importante enseñar a opinar «no» e impartir una educación sexual sin complejos: “Hoy se da una educación sanitaria: se les deje de enfermedades de transmisión sexual, de prevención sobre apocamiento y poco más”. Para ella, si se hablara más de sexo, todavía en tribu, las cosas irían mejor: “Si sé que no tengo que cobrar presiones y que si me sucediera poco así, en vez de percatar vergüenza, voy a poder verbalizarlo, no caería tan fácilmente en un chantaje emocional que puede soportar al suicidio”.

En un caso de violación de la intimidad, añade Plans, hay que tener todavía en cuenta a todos los actores: “No es solo la víctima, hay diferentes personas que intervienen: quien pide el contenido (suelen ser los chicos) y quienes lo comparten (de nuevo, son más ellos que ellas). Si uno de estos parase, el proceso se pararía…” Para ello es necesario educar más en la empatía: “Quizás si se pusieran en los zapatos del otro, no compartían estos contenidos”.

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Las chicas acostumbran a ser más vulnerables cuando se hacen públicos los vídeos que se grabaron con la condición de que fueran íntimos  

Getty

Pero delante todo, insiste, hay que proteger a nuestros hijos. No valen medias tintas tipo: «Si haces sexting que no se te vea la cara o tápate unas partes del cuerpo, para que no se te reconozca…». “Estas cosas incluso las recomiendan algunos educadores sexuales”, explica Plans, “pero no es adecuado, porque se les dice que se puede compartir su intimidad y de forma despersonalizada, por otra parte. El sexting, repito, es una actos de aventura. ¡No existe un sexting seguro!”.

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