La prodigalidad de ratas en la plaza Catalunya de Barcelona registrada estos días no es de recibo. Las altas temperaturas son siempre un hacedor de aventura. Pero la presencia de roedores en un espacio tan destacado de la ciudad argumenta principalmente a una desatiendo de mantenimiento adecuado. Y el origen de esta desatiendo de mantenimiento se encuentra en una desatiendo de previsión
municipal. Nulo de lo que está pasando era inesperado. La inocencia de Barcelona vuelve a estar en sospecha. Las ratas salen de las alcantarillas y se instalan en los setos del gran cruce de caminos de la hacienda catalana porque en cuanto asoman la inicio encuentran restos de comida por doquier. A sus fanales este espacio se convirtió en un gran bufet vacuo. Los descuidos de muchos ciudadanos además contribuyen a agravar la situación. Y el propio gobierno de la alcaldesa Ada Colau ya advirtió en el mes de junio que la dorso a la normalidad y la reocupación del espacio divulgado podría conllevar un incremento de estos problemas. Está claro que las medidas previstas entonces no son suficientes.
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