El trágico destino de la modelo-poeta que estuvo a punto de morir mientras posaba para 'Ofelia'

Con su pálido rostro y la pelo pelirroja flotando entre los juncos,  Ofelia mantiene los luceros abiertos y los labios bellamente separados, las palmas de las manos  cerca de en lo alto, como si la inminencia de la crimen le proporcionara un estado de extremo placer. El pintor prerrafaelita John Everett Millais (1829-1896) inmortalizó así a la heroína trágica de Shakespeare, la pipiolo  atormentada  que enloquece al asimilar que su amado Hamlet  ha matado por error a su padre Polonio  y acaba ahogándose  en un riachuelo. La pipiolo se ha caído mientras intentaba colgar una corona de flores en la rama de un  sauce y ahora se hunde en las aguas cenagosas, sin dejar de cantar. La maniquí del cuadro más popular de la Tate Britain es Elizabeth Siddal, que fue todavía poeta y pintora,  y cuya desdichada vida guardián no pocas similitudes con la de la propia Ofelia.  Incluida su trágica y prematura crimen a causa de una sobredosis de láudano

Detalle de 'Ofelia'

Detalle de 'Ofelia' 

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"Ustedes no pueden proponer qué criatura tan maravillosamente hermosa he enemigo... Es como una reina, magníficamente adhesión...". Elizabeth Siddal (1829-1862) tenía 19 primaveras y trabajaba como costurera en una sombrerería cuando conoció al cómico Walter Deverell, quien la presentó a Millais y  a Dante Gabriel Rossetti, dos de los pintores más destacados de la  Hermandad Prerrafaelita, sociedad secreta fundada en 1848 que rechazaba la opresión académica y propugnaba una envés a la naturaleza y a la inocencia estética de los  artistas italianos anteriores a Rafael. Les guiaba un único principio: "La verdad más absoluta, que se obtiene del natural y sólo del natural,  hasta el detalle más insignificante", en palabras del pintor y crítico de arte John Ruskin.

Millais llevó hasta las últimas consecuencias ese empeño por ir al coincidencia de la sinceridad.  Pintó su Ofelia en dos fases y en dos lugares diferentes. La parte del paisaje la realizó al medio fugado en el río Hogsmill, cerca de Ewen, a lo desprendido de cinco meses (las flores silvestres que aparecen en el cuadro, violetas, amapolas, pensamientos...  brotan en diferentes épocas del año), mientras que la figura de la pipiolo ahogada la pintó en su estudio, con la maniquí pelirroja sumergida durante horas y horas en el agua de una bañera de estaño.  

Para abastecer el agua templada, Millais colocó unas lámparas de óleo debajo de la bañera con patas, pero un día especialmente frío de invierno, las velas se apagaron...

Para abastecer el agua templada, Millais colocó unas lámparas de óleo debajo de la bañera con patas, pero un día especialmente frío de invierno, cuando el pintor se dio cuenta de que las velas se habían agotado ya era demasiado tarde. Siddal, aterida, cogió una pulmonía que dispararía una serie de problemas de lozanía de los que ya no se repondría nunca. 

 Según Lucinda Hawksley, autora de Lizzie Siddal, The Tragedy of a Pre-Raphaelite Supermodel, la pipiolo encarnaba el opuesto del ideal de belleza victoriano: era adhesión, dolorosamente flaca, de cabellos rojos, inflamados, y luceros melancólicos. Pero gracias al éxito de las pinturas en las que apareció ayudó a cambiar "la opinión pública sobre la belleza".  Fue lla maniquí favorita de los prerrafaelitas, saltando de estudio en estudio y de cuadro en cuadro, hasta que Dante Gabriel Rossetti, obsesionado con ella, consiguió finalmente que posara solo para él y se convirtiera en su apasionado. 

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Elizabeth Siddal, por Dante Gabriel Rossetti, 1850.

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Autorretrato, 1853-1854. 

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 Alentada por Ruskin, que le asignó un salario anual de 150 libras, aprendió a pintar  -fue la única mujer que expuso en Londres en 1857 contiguo a sus colegas prerrafaelitas- y cuando ya se sintió muy débil, el dolor escasamente le permitía levantarse de la cama, comenzó a escribir poesía (su obra completa, traducida por Eva Gallud, se publicó por primera vez en España en 2019 en la editorial Ya lo dijo Casimiro Parker). Pero como la de la propia Ofelia con Hamlet, su relación con Rossetti fue tortuosa y triste. Durante diez primaveras estuvieron prometidos, el pintor se resistía a fijar una data de boda. Era  celoso, demás de un  infiel en serie, y ella, adicta al láudano (una preparación muy potente con detención contenido en opio) desde el  episodio de la bañera, cada vez se mostraba más depresiva e infeliz.

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Dante Gabriel Rossetti 

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Siddal trató de escapar del control que ejercía sobra ella tanto Ruskin como Rossetti  y se mudó a Sheffield, el oficio de salida de su padre.  Las noticiario que le llegaban de las aventuras del pintor con otras mujeres pusieron fin a la relación, pero cuando en 1860 enfermó gravemente Rossetti apreció con una deshonestidad de nupcias y se casaron.  Pasaron la reflejo de miel en París, de la que regresaron con dos perros callejeros adoptados,  pero al poco dio a luz a una hija muerta. Nunca se recuperó de la depresión.  Un día, al regresar a casa, la encontró profundamente dormida en la cama con la botella de láudano vacía a su flanco.  Igualmente había una nota, que según Hawksley quemó para evitar que fuera declarada suicida.  Tenía 32 primaveras. 

Rossetti  añadió una posdata macabra a su vida.  Enterró con ella el manuscrito con sus poemas inéditos, poco de lo que se arrepintió  siete primaveras luego, cuando decidió desenterrar la tumba para rescatar el cuaderno y editar un volumen.

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