¡La culpa es de la Colau!

Hablemos del barcelonés indignado. Hay vestigios de su presencia anteriores a los del català emprenyat. Reaccionan a estímulos que suelen coincidir con los de las Cartas de los Lectores de este folleto. De hecho, las autoridades que deberían darse por aludidas por la avenida de cabreo consideran que este furor malhumorado es un complot entre La Van­retén y lo que despectivamente denominan “upper Diagonal”. La organización funciona. Si criticas las deficiencias de Barcelona, eres un carca o un elitista. ¿Imágenes de ratas o cucarachas? Fake news. ¿Degradación del espacio sabido? Campaña orquestada por la casta. ¿Aviso por la inseguridad? ¡Todas las grandes ciudades tienen problemas, borrico! ¿Discrepancia con la operación tranvía? Negacionismo y resistor a una ciudad sostenible. Que el Consistorio no es culpable de todo lo que no funciona y que igualmente toma decisiones acertadas es evidente. Pero se empeña en devaluar la autoridad contra el incivismo –indígena o de importación– y renuncia a una visión plural del perfectamente popular aferrado a una propaganda que infantiliza el interés ­sabido.

Los barceloneses quizá deberíamos utilizar más la ironía que la indignación

Si cualquier malestar siempre se interpreta como rabieta machista o maldad corporativa, debe significar que las quejas y denuncias son tan ineficaces como las alternativas (?) electorales. La prueba es que ahora, cuando poco no funciona –el montacargas, la congelador, el satisfyer–, hay multitud que, con simpática ironía, exclama: “¡La infracción es de la Colau!”. Es un procedimiento dialéctico inteligente: reduce la crítica a caricatura y denuncia el ensañamiento que dicen que sufre la alcaldesa (por ser mujer y de izquierdas) con un victimismo preventivo. Para combatir esta pirueta, quizá se debería utilizar más la ironía que la indignación. ¿Ratas? Sí, pero son ratas turistas enamoradas de la ciudad. ¿Conejos salvajes en el Turó Park? ¡Como está en el upper, que les den! ¿Contenedores urinarios? Genuina creatividad urética. ¡Puntada ya de críticas que devalúan el prestigio de los barceloneses, las barcelonesis, los barcelonesus y las barcelonesos! Si sentís la tentación de indignaros contra la incompetencia municipal, intentad proclamar, con ironía de androide: “¡La infracción es de la Colau!”. Y si no funciona, siempre os quedará el procedimiento, más clásico, de las Cartas de los Lectores de La Vanguardia.

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