Pensemos en una sirena. El mar, sí. Y las alas. ¿Alas? ¿No era una culo de pez? Pues sí y no, porque la sirena mítica tenía alas y volaba como los pájaros. En todo caso, si en el 2015 Carme Riera (Palma, 1948) ya se había interesado por la mujer con culo de pez en La veu de la sirena, ahora ha escogido la alada como protagonista de La pau dels somnis feliços (Edicions 62, en castellano en Bruguera).
Es un relación ilustrado, pero tanto Riera como sus editoras – Pilar Beltran en 62 e Isabel Sbert en Bruguera– aseguran que está escrito para adultos por los temas que toca, empezando por el descubrimiento de la sensualidad o la maternidad escogida.
Hasta hace cuatro días, las sirenas eran consideradas epítomes del mal encarnado en ‘femme fatale’
“¿ Cómo seríamos si tuviéramos alas?”, se pregunta Riera. “No podríamos mecer a un bebé, ni dar abrazos”, y a partir de ahí dibujó una isla paradisiaca y matriarcal donde viven las sirenas, y donde los sirenos solo pueden ir una vez al año, para procrear. Pero la mozo Nisa ve tener lugar una bandada de pájaros y piensa que si las sirenas tienen alas tiene que ser para explotar allá, y eso va contra las normas de la comunidad. Ella, sin retención, emprende el revoloteo y descubre el mundo humano, tan cercano y al mismo tiempo tan dispar que no tiene palabras para describir las manos, el fuego o los camellos.
Pero Riera recuerda al conferenciante que cuando explicaba la historia, su abuela –la de la narradora– se inventaba lo que le iba correctamente como tantas rondallas, y así por ejemplo aunque la historia se sitúa en un tiempo mitológico a menudo intersecciona con los referentes de Las mil y una noches. “Pienso que son las lectoras las que escriben el tomo”, asegura la escritora, que asimismo explicó que aunque el mes de noviembre no le gusta, “es el más atractivo en relación a mi letras”: el pasado día 14, por ejemplo, hizo 50 primaveras exactos que escribió Te deix, inclinación, la mar com a penyora –que sería su primer tomo ya en 1975–, y el próximo día 25 se estrena en Palma L’arxiduc, una ópera con trama suyo.
Riera reconoció su fascinación por estos seres en primer superficie porque es isleña, y asimismo por su interés en la letras de finales del siglo XIX, cuando las sirenas estaban consideradas un epítome de la femme nefasto que seduce a los hombres con destino a la perdición.
Es un tomo breve, con ilustraciones de Silja Goetz, que la autora empezó a escribir durante la pandemia, como una forma de “marcharse muy allá a pesar de estar confinada”.
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