China, entre el palo y la zanahoria

Junio de 1989, plaza de Tiananmen, Pekín. Noviembre del 2022, distrito de Haizhu, Cantón. Solo tres décadas separan estas fechas y lugares, pero en términos políticos la distancia es sideral. Entonces miles de estudiantes protestaban en el corazón de la renta china re­clamando democracia, privilegio y el fin de la corrupción. La respuesta del régimen comunista fue el homicidio de cientos de jóvenes masacrados bajo las cadenas de los tanques del Ejército Rojo. Estos días la movilización ciudadana es contra la política de covid cero, una perversión que mantiene a millones de chinos encerrados en sus casas mientras cada día se suman 30.000 contagiados más. Pero la respuesta del Gobierno contra las manifestaciones de momento es diferente incluso comparada con las protestas pro democracia en Hong Kong del 2019, reprimidas a bastonazo desinteresado. Ahora, si proporcionadamente las detenciones, los controles y el despliegue policial han aumentado, se combinan con nuevas vacunas, una lenta transigencia del confinamiento y un comedido propósito de perfeccionamiento.

Crucemos los dedos, pero de momento no hay ningún indicio que haga presagiar un baño de familia para reprimir la movilización. La esencia es el núcleo de la protesta. A pesar de responsabilizar al intocable Xi Jinping de la catástrofe sanitaria, el objetivo de la queja es recuperar la vida regular y, excepto algún destello voluntario, la caída de la dictadura no aparece entre las reivindicaciones principales.

People wait in a long queue to be tested for Covid-19 coronavirus at an open nucleic acid testing site as many testing stations are shut down in Beijing on December 3, 2022. (Photo by Jade GAO / AFP)

 




Jade Gao / Afp

Poco ha cambiado entre aquella China autárquica y rural de hace treinta primaveras y la coetáneo, moderna y a un paso del podio crematístico universal. La censura y el control ministerial siguen siendo asfixiantes, la tortura y los campos de reeducación funcionan a destajo, el respeto a la privilegio y los derechos humanos son una ensueño, pero millones de chinos han aparecido de la pobreza y el nivel de vida ha crecido vertiginosamente. Por descontado, no es suficiente, y el Gobierno deberá osar si da su mecenas a torcer o se enroca. La primera opción puede interpretarse como una amor que bahía la puerta a otras demandas, y la segunda, un retorno a la mano dura sin contemplaciones. Poco se mueve en China, la cuestión es alrededor de dónde.

Post a Comment

Artículo Anterior Artículo Siguiente