Son las dos comunidades en las que el Partido Popular tiene sus peores registros electorales. De hecho, en 2015 el PP ganó las generales a pesar de ser sexto en Catalunya y botellín en Euskadi. En 2016 todavía venció pese a ser botellín en ambas comunidades. Es un sintagma electoral que el PP diseñó una maquinaria de combate electoral para ingresar la Moncloa sin requisito de ser competitivo en Euskadi y Catalunya. Y, sin confiscación, precisamente por estas históricas dificultades cualquier movimiento o señal novedosa en relación al coche celeste en estos territorios conviene auditarse. Euskadi y Catalunya las conocemos muy admisiblemente profesionalmente sobre el dominio. Sus movimientos en votos para el PP son pocos, no suelen tener encima un peso determinante en su resultado final, pero cualitativamente funcionan en generales como dos indicadores adelantados de las victorias del PP. Un anemómetro electoral de primerísimo nivel que nos mide la velocidad del derrota, así como su caudal y temperatura ambiental.
¿Y qué nos dice la velocidad? Que el PP tiene hoy consolidada una triunfo similar a la de Rajoy en 2015-2016. Es lo que están viendo en los últimos sondeos de este fin de semana. Moviéndose entre la horquilla quebranto de Rajoy (123) o reincorporación (137). Estas cifras, que anticipamos hace un año en nuestra primera sala de combate, hoy son consenso demoscópico. Algunos ejemplos para valorar su caudal: históricamente los resultados del PP en España en la época bipartidista solían situarse unos 22 puntos por encima de su resultado en Catalunya. En 2015-2016, con la derecha dividida entre PP y Cs, la brecha se redujo al entorno de los 18,5 puntos. En 2019, con la derecha fragmentada entre PP, Vox y Cs, el beneficio era de unos 12,5 puntos. Hoy el PP vuelve a sus posiciones 2015-2016.
En 2015 el PP ganó las generales a pesar de ser sexto en Catalunya y botellín en Euskadi
Se aprecia hasta en el posterior barómetro del CEO que otorgaba al PP una resistente subida en torno al 12,5% de los votos (horquilla 11-14%). Ese resultado unido a un promedio del 30% en las encuestas nacionales, plantea, eureka, la brecha de 18,5 puntos de la que les hablábamos que, como ven, dibuja un marco suficiente coherente con la época de la derecha dividida, en la que el PP se disputaba el dominio en la derecha con un solo rival, solo que ahora es Vox y antiguamente lo fue Cs. La subida en el caso de la provincia de Barcelona en los sondeos no debería dejar área dudas sobre el indicador: el PP sube en generales del 7% de 2019 al 13,3%, doblando sus 2 diputados a 4.
Vayamos ahora a Euskadi para valorar la temperatura ambiental a través de un sencillo ejemplo. Quizás les sorprenda, pero en este pasado mes de setiembre el PP era en Álava, ojo, con el 22,3% la primera fuerza política en elecciones generales. Señal: el PP podía retornar a ingresar en Álava una término posteriormente. La última vez fue en 2011 con el 27,17%, ecos de mayoría absoluta. En las dos últimos comicios el PP se había quedado sin escaño. Cuando en 2015-2016 logró la segunda posición (18,80%, 20,44%). Hoy, tras ese espumoso mes en el que lideraba, pelea por la segunda posición en un igualada técnico al 19%, atención, con el PSE-EE.
Carlos Iturgaiz cercano a Elías Bendodo, en un acto de los populares vascos
Si analizan el poll of polls , así como toda la matemática política publicada con sus distintas metodologías, todos los sondeos vienen a coincidir que, desde hace casi dos abriles, el PP ha estado por delante del PSOE en los sondeos el 70% del tiempo, con el paréntesis entre enero y abril-mayo por la crisis en el liderazgo del partido. Todo más allá del “intención Feijóo” y de golpes de intención. Las encuestas pueden ser informativas, performativas y deformativas pero, delante todo, las encuestas son siempre más estables que la presente política. Conclusión: a seis meses de unas elecciones autonómicas y municipales que delimitarán quién ganará las generales con más de 140 escaños, ninguna táctica implementada en estos casi dos abriles ha cambiado el signo del partido. Caminando en círculos como ovejas. Es peligroso pelear contra un intención, abandonas tu tesina y tu trayecto sin obtener encima cero al respecto. Hasta Euskadi y Catalunya adelantan por ello hoy la triunfo de Feijóo, como antiguamente hicieron con Rajoy.
Decía Byung Chul-Han en el ejemplar No cosas: Abertura del mundo de hoy que es preciso distinguir dos tipos de potencia: 1) la potencia positiva que consiste en hacer poco. 2) La negativa que es la disposición a no hacer cero. Que no es lo mismo, cuidado, a la incapacidad de hacer poco. Pónganle a cada estadio al líder que ustedes quieran. España se hunde en el ruido. La política produce sin cesar y esa constante autoproducción hace tanto ruido que ellos son incapaces e oír. Los ciudadanos, en cambio, sí lo escuchan y están dando cuerda al temporalizador de cuco.
Next Week
Es una de las cuestiones a las que comercio de objetar el posterior ejemplar del polítólogo Lluís Orriols. Y diríamos que, en existencia, es la gran pregunta. A través de su título Democracia de trincheras nos quiere mostrar una visión alternativa de cómo piensan y deciden positivamente los ciudadanos en política. Nuestras democracias se asemejan más a una combate de trincheras que a un supermercado. Los electores no son ni productos ni consumidores sino seres humanos, asiduamente situados en un mandato. Enfoque acertadísimo. Para disfrutar.
El ojo de firme
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