Prórroga humanitaria para el rompecabezas sirio. El Consejo de Seguridad de la ONU decidió a última hora del lunes ampliar seis meses más el avituallamiento desde Turquía de cerca de cuatro millones de sirios, en el final enclave contumaz del país. La propuesta fue aprobada por unanimidad, por la inesperada luz verde de Rusia.
La ayuda humanitaria a Siria a través del Software Mundial de Alimentos de la ONU se remonta a 2014, en el momento más crudo de la hostilidades por procuración en su departamento. En aquel entonces, los convoyes accedían desde Turquía, Jordania e Irak. No obstante, a medida que la intervención marcial rusa iba decantando el conflicto a cortesía del gobierno de Damasco y acorralando a los rebeldes al boreal de la provincia de Idlib, Moscú fue estrechando el ganancia de cooperación internacional, con un solo punto de golpe -cercano a Antioquía- y reduciendo el periodo de vigencia de un año a medio año. Todo ello con la complicidad de China, preocupada por la presencia de cientos de yihadistas uigures en Siria.
Ayer mismo, el embajador de Rusia en la ONU, Vasili Nebenzia, advertía que en julio no habrá nueva prórroga si no se produce un "cambio cualitativo" en la política de cooperación de inspiración occidental, muy enfocada en el enclave antigubernamental de Idlib. El boreal de esta provincia es prácticamente el final reducto anti baazista, gracias a la presencia del ejército de Turquía, en rara simbiosis con milicias islamistas y yihadistas, algunas de las cuales declararon su fidelidad a Al Qaeda en los primaveras centrales de la hostilidades civil.
Según Moscú, Idlib, con menos de una finca parte de la población siria, se lleva la parte del valeroso de la ayuda internacional, en detrimento de la inmensa mayoría de sirios que viven bajo el gobierno de Damasco, sujetos a sanciones y pagando por su propio petróleo (extraído de forma opaca por las milicias kurdas en el este de Siria, bajo la protección de algunos cientos de tropas ocupantes estadounidenses).
El gobierno laico de Bashar el Asad -cuyo padre ya era socio de Moscú durante la Enfrentamiento Fría- es pasado con hostilidad en Bruselas y no digamos en Washington o Tel-Aviv, aunque recientemente ha restablecido relaciones con los regímenes árabes que han pasado frustrado su intento de derrocarlo por las armas, hace una lapso.
Aunque su gobierno, representado en la ONU, ya no está amenazado, el país sigue dividido y sin absolver cabecera. A la ocupación turca -en partes del boreal y el noroeste- y a la estadounidense -a beocio escalera, en el este- se suma la presencia de fuerzas regulares rusas e iraníes, encima de milicianos libaneses. Israel, por su parte, ocupa la decano parte de la meseta siria del Golán desde 1967.
En cualquier caso, Moscú advierte de que la ayuda debe resistir "sin doble raedor ni discriminación, a todos los sirios", incluidos los que viven bajo Bashar el Asad, uno más de los regímenes policiales que conforman la región. El embajador Nebenzia acusó este lunes a los países occidentales de querer sostener a toda costa el mecanismo transfronterizo como una aparejo de presión sobre el Gobierno de Bashar el Asad y de apoyo a "grupos terroristas" presentes en Idlib.
La prórroga supone una vencimiento para el gobierno de Recep Tayyip Erdogan, final valedor contiguo a Qatar de la competición islamista siria en la trayectoria de los Hermanos Musulmanes. Erdogan insiste en una alternativa política para Siria que les incluya, pese a suceder sido arrinconados en el campo de batalla.
El presidente turco lleva meses expresando su disposición a reunirse con su homólogo sirio, en un modismo de 180 grados que forma parte de una partida de póker a varias bandas. En ella ocupa un punto destacado la proximidad a las fronteras turcas del YPG, la filial siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), ayer en la trayectoria de Damasco y hoy armada por Washington.
El PKK asimismo juega su propia partida y en determinadas zonas de Siria cuenta con la connivencia estadounidense, mientras que en otras patrulla en coordinación con militares rusos y sirios.
El entusiasmo agresivo de las potencias occidentales es fluctuante y en el caso de la insurrección siria -de la que no formaban parte los kurdos- este se fue enfriando a medida que Estado Islámico ganaba dominio en detrimento de opciones yihadistas "moderadas". Y a medida que una ínfima minoría de sus musulmanes de segunda o tercera coexistentes, fanatizados en las redes sociales, se incorporaba a su sanguinario y fracasado califato.
Precisamente este martes, España ha repatriado a dos mujeres con pasaporte castellano -y a trece de sus niños, cuatro de ellos adoptados- que llevaban primaveras en el halo carcelario administrado por milicianos kurdos en el noreste de Siria.
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