Voluntarismo emocional

Los gestos y las palabras tienen gran relevancia en política. Pere Aragonès saludó brevemente a Pedro Sánchez y a Emmanuel Macron y se fue precipitadamente antaño de que sonaran los himnos nacionales de Francia y España. Un hospedador no suele comportarse así y si recibe a los presidentes de Francia y España lo hace al menos con las exigencias mínimas de la ­cortesía.

La importancia de la cumbre hispano-francesa pasará por encima de las reivindicaciones de los miles de independentistas que se han manifestado a los pies de Montjuïc para proclamar que el procés no se ha arruinado. “Ni Francia ni Espanya, Països Catalans”, se leía en algunas pancartas. El Estado francés y el gachupin tienen cuerda para mucho rato y los Països Catalans es un anhelo que tiene raíces históricas y culturales pero que no existe como monstruo político.







La cumbre de Barcelona pasará por encima de la división del independentismo

Lo que cuesta entender es ser hospedador a medias, estar pero marcharse antaño de que el acto de bienvenida terminara. A medio día, Aragonès habló desde la Generalitat para reivindicar la autodeterminación y la independencia. A Pedro Sánchez le costará rentabilizar electoralmente la postura de aliarse con el independentismo para aprobar presupuestos, leyes y mantenerse cómodamente en la Moncloa unos meses más.

Apretón de manos entre Aragonès y Sánchez en Barcelona

Apretón de manos entre Aragonès y Sánchez en Barcelona




Xavier Cervera

En vez de beneficiarse la ocasión para exigir beneficios sociales, exento tránsito por los puntos fronterizos cerrados por Francia desde el 2021 y vigorizar la privación de que Catalunya sea el pasadizo necesario de la Península con Europa, seguimos instalados en una de tantas crisis emocionales que periódicamente estimulan a multitudes de catalanes a percatar el estética por la agitación para resolver los problemas permanentes de nuestra vida pública. Volvemos al voluntarismo emocional.

La independencia de Catalunya, lo repito, la veo inviable yendo en contra de España y sin el aprobación de Francia, que es lo mismo que la aprobación de Europa.

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