La producción audiovisual de superhéroes está muy trillada. Entre las series y películas de DC y de Marvel estrenadas este milenio, tenemos metraje para más de mil horas de entretenimiento. Pero, como suele ocurrir cuando piensas que no queda dominio fértil por explorar, acaba de aparecer una serie que renueva el interés por el especie como antiguamente hicieron The Boys o Invencible (o incluso episodios concretos como el piloto de Ms Marvel y el desenlace de Hulka). Me refiero a Extraordinary, acondicionado en Disney+, que es una vistazo cómica y ridícula del concepto de superpoder.
Jen (Máiréad Tyers) tiene una entrevista de trabajo y, sin enterarse por qué, empieza a sincerarse con la responsable de capital humanos hasta el punto de contar intimidades o cachear que el trabajo en cuestión le interesa perfectamente poco. Rápidamente entiende ese arrebato: la entrevistadora tiene el superpoder de sonsacar la verdad a quienes tiene delante. Jen ni tan siquiera se sorprende: en esa sinceridad todo el mundo tiene alguna diplomacia exclusivo. Su único problema es que, por otra parte de ser un ser humano harto anodino, ella es de las pocas personas sin ningún poder extraordinario.
En el mundo de Jen, todo el mundo tiene habilidades. Bueno, todo el mundo menos ella
La presentación es infalible. En un par de minutos consigue ser arrebatadora por la originalidad, el humor y el autodesprecio de Jen, que se evidencia que no será la mujer perfecta sino más perfectamente todo lo contrario; y, al salir de la entrevista, estalla la comienzo por la celeridad con la que la creadora Emma Moran, que escribe todos los episodios, y el director Toby McDonald presentan un universo atiborrado de superpoderes y al mismo tiempo tan british y tan habitual y corriente. Sí, los ciudadanos pueden tener habilidades especiales pero la protagonista necesita encontrar trabajo y un autobús le puede arruinar el día cuando le salpica el agua de un charco (bueno, no exactamente).
De hecho, las comparaciones para Extraordinary son facilonas aunque, como decía, su personalidad es irrefutable. De Misfits tiene la mezcla de habilidades especiales, humor y la capacidad de gestar una primera impresión de forma tan cibernética y transmitiendo que representa el ahora (quién no se acuerda de los personajes vistiéndose a cámara lenta con Out at the pictures de Hot Chip). De Derry Girls (o, en sinceridad, cualquier sitcom británica) se puede extraer ese sentido de la comedia tan característico del Reino Unido, que significa emplazar por el chiste, por el ritmo, por el costumbrismo y por unas interpretaciones harto histriónicas que, sin bloqueo, nunca alejan los personajes del manifiesto.
Si te interesa una combinación de 'Misfits', 'Fleabag' y 'Derry Girls', tres clásicos recientes de la televisión británica, 'Extraordinary' es para ti
Y, finalmente, de Fleabag tiene una protagonista deplorable, constantemente en crisis consigo misma sin contraer su responsabilidad en la forma en la que se le tuerce la vida. En popular tiene, además, una sexualidad mostrada con cierta fealdad o una mejor amiga que es mucho mejor persona que ella. Jen, por ejemplo, tiene a Carrie (Sofia Oxenham) de mano derecha, quien tiene la diplomacia de comunicarse con los muertos y canalizar sus voces. El reparto fijo lo completan el novio de Carrie, Kash (Bilal Hasna), sin oficio ni beneficio y con la diplomacia de correr al pasado casi nada unos segundos, o Jizzlord, de quien es mejor no revelar nadie aunque Luke Rollason esté inexistente.
Estas comparaciones no se mencionan para restar méritos a Extraordinary sino todo lo contrario: para que el maestro se pueda hacer una idea de qué serie se encontrará y, de paso, que se dé cuenta de lo detención que está el nivel. La serie sabe qué quiere proponer (sobre las relaciones sentimentales, las amigos asimétricas, la masculinidad frágil, las coartadas que nos creamos para justificarnos) y lo hace desde la comedia, sin requisito de padecer su tono al drama para darse un espurio sentido de importancia.
De paso, se ambienta en un universo superheroico con una envés de tuerca que, por más que pasen los episodios, no se queda estancado sino que encuentra nuevas anécdotas para engrosar su identidad.
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