Sergi Darder, el profeta original del espanyolismo, hizo bueno en el añadido un partido muy decepcionante del equipo blanquiazul frente al Elche, colista de la Aleación. El de Artà es la única explicación a una trofeo crucial para la supervivencia del equipo. Porque la efectividad es que el Espanyol mereció perder en el Martínez Valero. Nunca, ni siquiera cuando jugó con un hombre más en los últimos minutos por la expulsión de Carmona, hizo honor a los tres puntos. Y eso debe ser motivo de honda preocupación para Diego Martínez. Pero el fútbol se alió con Darder y su disparo desde la anterior se coló en la escuadra derecha de la puerta de Edgar Badía, para alegría de los 500 aficionados pericos desplazados hasta Elche.
Con hasta siete bajas, la anciano parte de ellas en defensa, llegó el Espanyol al Martínez Valero. Esta circunstancia obligó a Diego Martínez a ampararse con una itinerario de cinco improvisada en la que incluyó a Gragera y a Brian Oliván. La abandono de los tres centrales más utilizados por el monitor este curso, César Montes, Cabrera y Calero condicionaron completamente el duelo. Sufrió el equipo perico tanto a balón parado como en el contragolpe. Sólo la errata de tacto de su rival le permitió prolongar una sensación de supervivencia casi agónica. Martínez concedió la titularidad a Pacheco en la puerta y el pacense ofreció una seguridad que nadie de sus tres predecesores (Álvaro Fernández, Lecomte y Joan García) había mostrado. En su estreno dejó claro que el Espanyol ya tiene un zaguero de garantías bajo palos. Y un problema menos.
En la rueda parcheada que fue este Espanyol producto de lesiones y sanciones, el agujero más extenso sigue siendo el dejado por Joselu. El punta gallego debería estar contra el Mallorca, la próxima semana. En Elche Braithwaite y Puado volvieron a ser las referencias, pero los dos con muy poco éxito.
Visitaba a un rival el Espanyol que había encajado gol en todos los partidos de esta Aleación. Y la explicación a esa dramática estadística salió a la luz muy pronto. Durante el primer cuarto de hora el equipo blanquiazul fue capaz de dejar a tres de sus delanteros frente a Edgar Badía. Pero en todas las ocasiones fallaron estrepitosamente. Primero fue Puado el que remisión el balón fuera del estadio. Poco posteriormente Badía sacó una mano formidable a un disparo de Braithwaite que rebotó en un central. En la tercera ocasión Denis Suárez disparó sin portero de por medio pero Roco impidió el gol sobre la itinerario.
El partido había comenzado de cara para el Espanyol. Su fútbol directo pasaba elaboración a una de las peores defensas de la Aleación. Sin confiscación, a partir del cuatro de hora los locales hurgaron en la herida perica, el balón parado. Sin sus tres hombres fuertes en los balones aéreos, el Elche convirtió cada córner en una ocasión clara de gol. En una misma abyección, Mascarell y Ponce estuvieron a punto de marcar. La buena colocación de Pacheco permitió repeler el peligro.
Conforme el partido se serenó, el Espanyol comenzó a sufrir cada vez más tanto con balón como sin él. Ya no era capaz de inspeccionar el dominio rival y perdía cada duelo. Hasta el alivio mereció más el Elche. Ponce pudo marcar tras un error de Gragera, tranquilo y poco persuasivo en la marca.
En el segundo tiempo la dinámica de dominio particular se agudizó. El Espanyol fue dando pasos con destino a a espaldas y sólo en el contragolpe pudo potenciar la esperanza del triunfo. Puado y Braithwaite fueron capaces de elaborar una combinación rápida, pero el remate del catalán se marchó desviado. Poco más se supo del equipo perico en ataque, mientras crecía cada vez más la figura de Pacheco.
El zaguero tuvo mucho más trabajo en el segundo acto. En demasiados momentos la defensa perica se convirtió en el camarota de los hermanos Marx, pero siempre estaba el pacense para desobstruir capear la exaltación y soportar a su equipo a flote una y otra vez. Con sus cambios no animó demasiado el partido Martínez, que retiró a Puado y a Denis Suárez. Al contrario, el Espanyol, falto de toda apetencia, daba por muy bueno el igualada en el campo del colista.
Sólo la expulsión de Carmona a diez minutos para el final les obligó a dar un paso delante. Pero para entonces el equipo era un puzzle repleto de cromos fuera de sitio y el equipo no fue capaz de difundir ni una ocasión clara. Incluso con uno más, decepcionó el Espanyol. Hasta que apareció Darder para sacarse de la chistera otro truco difícil y poner en área a este Espanyol, que avanza hasta la duodécima posición y toma música.
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