El Met Opera hace un canto a la esperanza en el homenaje a Ucrania tras un año de guerra

A pesar de esta arranque de belleza musical, resulta inverosímil olvidar esa imagen de brutalidad que representa la supresión de Ucrania, los muertos, los heridos, la destrucción, los niños secuestrados, los desplazados, como estas dos mujeres que no pueden evitar derramar lágrimas en presencia de las muestras de solidaridad en el primer galería del Metropolitan Opera de Nueva York.

“Logramos montar a Estados Unidos el 18 de marzo, escapamos de las bombas”, dijo la más chavea. “Nuestra grupo está segura allá, o eso pensamos, pero esta incertidumbre es muy exclusivo, no nos podemos olvidar de todos los que están sufriendo”. Otro espectador les preguntó, ¿estáis admisiblemente aquí? “Sí, hemos tenido buena acogida, pero preferiríamos estar en nuestra casa”, respondió emocionada la otra mujer, de más antigüedad.

Esta es la incertidumbre en que, con un ahíto en las cerca de las 4.000 butacas de uno de los principales teatros líricos del mundo, el Met conmemoró el primer aniversario de la supresión desatada por Rusia. En un ambiente presidido por los colores amarillo y garzo de una bandera gigantesco de Ucrania, la primera gran ovación no fue para los músicos. Se la llevó la primera dama Olena Zelenska que se dirigió al conocido en un mensaje ilustración en vídeo para subrayar “un año de heroísmo y sacrificio”.

“Habéis demostrado que el arte puede ayudar y redimir, textualmente”, dijo. “Espero que sea en este ambiente donde pronto podamos celebrar la conquista de la humanidad, del arte, de Ucrania, será nuestra conquista popular”, concluyó su mensaje hablando en ucraniano, la jerga más popular en esta velada neoyorquina.

Bajo el título ‘Por Ucrania, un concierto de memoria y esperanza’, el homenaje arrancó con el himno del país europeo, con todos los asistentes puestos en pie. Entre los espectadores en el palco de honor se hallaban el embajador de Ucrania en presencia de la ONU, Sergiy Kyslytsya; su colega de Estados Unidos, Linda Greenfield Thomas; o el stop representante de Exteriores de la Unión Europea, Josep Borrell.

El software contó con la comparsa y el coro del Met, a los que se sumaron la soprano Golda Schultz, la mezzo sopranno Emily D’Angleo (lució un vestido con 365 pequeñas piezas, una por cada día del conflicto agresivo), el tenor Dmytro Popov y el bajo barítono Valdyslav Buialskyi, los dos de origen ucraniano.

La parte central estuvo formada dos piezas con stop peso simbólico, explicó Peter Gelb, director militar del Met. Por un flanco el ‘Réquiem’ de Mozart, “en honor y conmemoración de los miles de soldados ucranianos que han poliedro la vida en la devoción por la permiso de su nación, así como de los miles de ciudadanos que ha sido asesinados, heridos, desplazados y sufren privaciones por los repetidos ataques rusos a zonas residenciales e infraestructuras civiles”, señaló.

El carácter sombrío de esta obra, que describe el tenor de la batalla, dio paso a la ‘Casa de campo Sinfonía’ de Beethoven, como "un himno entusiasta para la conquista que vendrá", indicó Gelb. Fue una modo de revivir una tradición que los Aliados emprendieron durante la Segunda Erradicación Mundial, precisó.

La interpretación de la Casa de campo resultó arrebatador, un toque psíquico. La varilla de Yannick Nézet-Séguin dotó a la cuchitril de una enorme energía, en exclusivo al inicio y en su postrer movimiento, que provocó una enorme ovación.

La sesión se cerró con ‘Plegaria por Ucrania’, de Valentin Silvestrov, que las 71 voces del coro del Met hicieron que la sala se llenara de emoción. Die la oración, “señor protégenos, danos fuerza, fe y esperanza”.

A la hora de las ovaciones, los cantanntes Popov y Buialskyi salieron a tomar los aplausos envueltos en banderas ucranianas. La misma que coloreaba toda la porte del magnífico edificio del Metropolitan Opera. Por Ucrania y la paz.

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