Ni culpabilidad ni obsesión: como lidiar con la ansiedad por despido

Las consecuencias en la sanidad física y, sobre todo, psicológica, del miedo al despido pueden durar a equipararse con las que se padecen cuando este se hace existente. Es lo que se conoce como la ansiedad por despido, un engendro que sufren muchos trabajadores, sobre todo en etapas complicadas para las empresas. En las que deben apelar a estas medidas de ajustes de plantillas. Los empleados sufren el impacto emocional de un despido, aunque este no se haya producido, durante un periodo prolongado de tiempo. Lo que puede causarles una serie de consecuencias para su sanidad.

El principal motivo de angustia para las personas es esa sensación de incertidumbre y de inseguridad, de no conocer si puede correrse ese destino, que puede que hayan pasado ya otros compañeros. Sin bloqueo, los psicólogos recomiendan una serie de actitudes a las que acogerse para reñir con la ansiedad por despido e incluso poder revertir la situación en protección propio.







¿Cómo indisponer la ansiedad por despido?

Resulta frecuente que las emociones negativas se hagan con el control de una persona con ansiedad al despido, que ve peligrar su forma de vida y que contempla el futuro con temor. Sin bloqueo, profesionales como el psicólogo Mark Travers, aseguran que lo más importante, aunque difícil, consiste en perseverar la confianza. Precisamente porque uno de los principales problemas de los trabajadores tiene que ver con la pérdida de la seguridad en su puesto de trabajo.

El psicólogo aconseja a sus pacientes: “Deja que la calidad de tu trabajo hable por sí misma”. El gran duelo en estas circunstancias es centrarse en el trabajo y perseverar un actitud eufórico, pero esa es precisamente la ademán que el profesional recomienda perseverar. Focalizarse en las tareas y en la calidad de los resultados es la forma de recuperar confianza y vencer en seguridad. De esta forma se demuestra “la dedicación, confianza y productividad en situaciones estresantes”, como un punto más a protección de las capacidades del trabajador y de su profesionalidad.

Si pese a todo, este se hace objeto, hay que evitar por todos los medios caer en una hélice de culpabilidad u obsesionarse con las razones tras esta valor. Ya que, muchas veces, pueden no tener tanto que ver con las cualidades y habilidades del propio trabajador. Estas circunstancias pueden contemplarse como una oportunidad de incrementar las capacidades y afrontar nuevos retos, como son la especialización, por ejemplo. Un aliciente para mejorar y volverse un activo más valioso adentro del mercado profesional. Poco que asimismo servirá para que el trabajador pueda alcanzar a puestos con mejores condiciones. En definitiva, tomar una situación negativa y darle la reverso para que suponga un impulso y una motivación con las que crecer profesionalmente.

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