Tras sobrevenir superado el deductivo periodo de incertidumbre ocasionado por el Brexit, que les generó numerosos inconvenientes comerciales, Land Rover y Jaguar se encuentran en presencia de una interesante etapa histórica. Estas dos marcas británicas, que forman parte del mismo clan empresarial, han desvelado recientemente sus ambiciosos planes de futuro.
Adecuadamente alineadas con el acelerado proceso de electrificación que está caracterizando al mercado europeo de la automovilismo, ambas firmas cuentan con sólidos proyectos de regeneración de sus gamas para no quedarse ancladas en el pasado.
Adecuadamente alineadas con la electrificación, ambas firmas cuentan con sólidos proyectos de regeneración de sus gamas
La crisis de suministro de materiales semiconductores se ha socio con el éxito fulgurante de ventas que ha experimentado la nueva vivientes del Land Rover Defender para aceptar a alguna de sus versiones a prolongar el plazo de entrega doce meses.
Por suerte, las previsiones del fabricante indican que las cosas van a mejorar próximamente y que el ritmo de producción podría normalizarse a finales de año. El flamante Range Rover parece que va por un camino similar, ya que las previsiones de ventas indican que va a duplicar las cifras de la traducción inicial.
Aunque la puesta técnica flagrante de Land Rover pasa por la tecnología híbrida enchufable, en el año 2024 desembarcará en el mercado una alternativa 100% eléctrica del Range Rover.
Por su parte, el sendero ecológico de Jaguar va a ser mucho más radical, ya que a partir del 2025 va a centrar su táctica en la presentación de coches nada más eléctricos. Tal cambio de tipo energético va a ir asociado a una revolución de diseño. Esperamos que la imagen de los futuros modelos de la marca del felino sea capaz de pugnar a sus ancestros en términos de emoción.
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