Al timón de una balsa de madera, la famosa Kon-Tiki , construida con nueve troncos unidos con lazos de cáñamo, el intrépido etnólogo noruego Thor Heyerdahl partió del puerto peruano de El Callao rumbo a los mares del Sur con cinco tripulantes y un locuaz. Los expertos vaticinaron que la embarcación se desintegraría, pero tras 101 días de navegación arribaron a la Polinesia.
Cubriendo esa ruta quería probar su peculiar teoría sobre las migraciones humanas: defendía que no solo los europeos podrían activo llegado a los archipiélagos del Pacífico, sino que incluso podrían haberlo hecho los indígenas de Perú. Tras dos expediciones cruzando el Atlántico, se retiró a Tenerife a investigar la existencia de una civilización previo a la de los guanches. Nos dejó en el 2002: “Ha llegado la hora de que haga el alucinación que me descuido”.
Publicar un comentario